lunes, 14 de noviembre de 2011

Otra Familia Tipo

Mi viejo nos miraba por sobre la mesa. Nosotros, siete años, jugábamos con nuestros juguetes de palo y trapo, imaginándonos aventuras, hablando de héroes. Creciendo.
Mi mamá leía el diario por encima de sus lentes, y comentaba con mi papá:
-¿Viste la nueva noticia sobre la huelga de los oficinistas? Es impresionante, no paran de molestar un rato- renegó. Caminaba de acá para allá. –Estos atorrantes, cortando el tren y los ripios. ¡Lo hacen a propósito, porque sabe que hinchan! Yo tengo que laburar. Si ellos son unos vagos que están al cuete todo el día, mirando MTV, que no necesitan trabajar porque las empresas los aguantan, ¡¿Por qué tengo que pagar yo?! – Mi papá la miraba como si no le importara.
-Tranquila, negra, ¡ni siquiera te fijás por qué están reclamando! Mirá si los están estafando en el laburo- dijo mi viejo, intentando tranquilizarla. Yo y Mica los mirábamos desde el living.
-¿Tranquila? Estoy re podrida de aguantar todo esto. Los vaguitos de camisita y chupines que son capaces de apuñalarte para robarte un par de alpargatas, la gente pidiendo abrazos en la calle todo el día, los nenes haciendo coreografías en el subte para les des un beso en la frente. ¡Es un suplicio!- dijo levantando las manos – Bueno, Martita, no todos tenemos suerte…- dijo mi papá, con lástima.
-¿Suerte? ¿Vos te creés que tenemos todo lo que tenemos por suerte? Mi mamá nació en una familia de mucha plata, y tuvo que romperse el lomo para que hoy esté yo donde estoy – Mamá siempre hablaba de la abuela. Yo no la conocí, pero me parece que era una mujer muy buena. –Ella tuvo que olvidarse de todo lo que había aprendido, tuvo que formarse sola y desde cero. Tuvo que escapar de Recoleta e irse a un ambiente más sano. Dejó la familia, ¿entendés? Sólo para que nosotros hoy tengamos todo lo que tenemos.-
-Conozco bien la historia de tu mamá. Pero no podés andar quejándote todo el día porque los escribanos o los banqueros hacen paro. Te vas a amargar sin necesidad. Las empresas no les proporcionan lo que necesitan y es comprensible, ¿Vos qué harías si lo único que tuvieras fuera plata? Yo haría lo mismo que esta gente.
Mamá se quedó pensando un rato, respiró como un toro, y prendió la televisión. Mi papá se metió en la cocina a preparar la cena. El señor del noticiero decía:
-Así nos sorprende esta mañana de jueves, hay casi dos docenas de autos importados bloqueando las entradas al mercado central y al puerto. El tránsito va a estar pesado hasta entrada la tard--- Cambia el canal.
-¿Entonces, como se conocieron?- pregunta una señora muy flaca y blanca, con el pelo rojo. Aparece una chica muy linda, con el pelo negro trenzado largo, y ropa deportiva. Al lado, un chico con la cabeza rapada a los costados y el pelo largo arriba.
-Ay, yo a él lo conocí en una canchita de fútbol, cerca de casa. Estaba jugando a la pelota ¡y cuando me vió se distrajo y se la sacaron de los pies, al pavo!- todos los que estaban alrededor de la mesa se rieron, y habló el chico – Cuando me la sacan a la pelota, y veo que la Male me mira y se sonríe, me di cuenta que me estaba re enamorando yo.- Mi mamá se rió –Lo que hacen por aparecer en televisión. Seguro se conocieron en Puerto Madero estos sátrapas.
Cambia el canal por última vez. “Almorzando con Valeria” dicen unas letras bailarinas, y entra una señora gordita, de Jujuy, con una olla grande de puchero. Les sirve a todos los comensales, que son músicos y políticos, y comienzan a charlar del mundo y sus problemas.

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