jueves, 10 de noviembre de 2011

Debajo del Brazo.

-Aquí vemos un cuadro de Galskenoski, llamado "El Triunfo".- dijo solemne pero insípido el guía del museo de Louvre. Llevábamos una semana en París, Estela y yo, y todavía no habíamos conocido el museo. Decepcionados por el tamaño de la Mona Lisa (70 cm de alto y 50 de ancho, aproximadamente) veníamos renegando en voz baja, para que no nos escuche nadie del grupo: Ni los japoneses, ni los demás.
El cuadro que veíamos ahora era inmenso. En altura ocupaba prácticamente la pared entera. Era un hombre en cuclillas y de gesto muy dolido, pero solemne. Estaba en el exacto centro de una pequeña cabaña de la época (algo así como del siglo XVIII) y miraba con ternura un retrato de un anciano en la pared.
-El autor de esta obra buscó plasmar la sensación gloriosa de aquél que honra a su padre. Aquí, un alfarero que conserva su trabajo artesanal más allá de la Revolución Industrial, mantiene una suerte de "diálogo" con su difunto padre-
¿De dónde habrá sacado eso? el viejo del cuadro ni siquiera es similar al muchacho que lo está mirando. Dos japoneses abren los ojos tanto cuanto pueden, que no es mucho. El hombre, con una visera como las de los crupieres de los casinos de los 50', levanta una Nikon muy pesada, y saca una foto solitaria. Algo del cuadro no me cierra.
El guía continúa el recorrido y la masa de turistas de gorritos graciosos van tras él. Yo y Estela nos quedamos mirando el cuadro.
-Algo no me cierra- dice en un susurro -El viejo tiene la cara muy diferente a la del pibe- La telepatía la teníamos desde antes de casarnos.
-Si, encima, el flaco está sufriendo. Es como un "Lo pude hacer además de..." el tema es "además de qué"- dije. El guía siguió su camino y su voz se perdió al doblar una esquina.
-¿Qué es eso? - señaló Estela - Eso, eso blanco abajo del brazo del padre.
-¿No es un bastón? Sino es el apoya brazos de un sillón. - reduje las posibilidades. Tenía esa seguridad de que ni yo ni Estela descubririamos algo que nadie haya visto.
-No... parece un... ¿animal? - dijo sorprendida - ¡Parece un Ganso! - Al caer en cuenta, miré fijamente al bichajo emplumado mirando malicioso a través del retrato dentro del cuadro.
Él ave tenía algo que ver con su penuria, y Estela y yo ibamos a averiguar qué era.

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