martes, 29 de noviembre de 2011

Al ritmo del sol.

Existe una costumbre poderosa en mi casa y sé que en varias más también.


Levantarse con música.


Sea para despabilarse, para energizar, o simplemente de desayuno. Pero es muy fuerte, pudiendo marcar la realidad del día. Es una costumbre que tiene mi padre los domingos a las últimas horas de la mañana (10 a.m.)
Seguramente puede verse como una costumbre extremadamente molesta, más si la noche anterior aseguraba más de 20 horas de sueño. Sin embargo es algo precioso. Benny Goodman puede alegrarle el día a cualquiera.


Hoy, por otra parte, quiero compartir un tema quizá lo suficiente atacado por la televisión o las discográficas. Hoy les pido que desaten un poco ese "lo escuché" y lo desarmen de a poco. Le escuchen la letra, lo degusten y les levante la temperatura sanguínea.


Mucho mejor si se oye luego de soñar:


P.D: Les recomiendo, para hacer una experiencia mucho más intensa, descarguen los CDs en FLAC (Free Loseless Audio Codec) que es un formato mucho más pesado y de una calidad que es la que puede dar escalofríos con facilidad. Acá les dejo un post de nuestra amada Taringa! para descargar la discografía remasterizada de este año

Alguien para Amar - Queen


sábado, 26 de noviembre de 2011

Allegro ma non Troppo

Me sorprendieron esta mañana con un comunicado.
Entre sábanas y mi novia, atendí el teléfono poco antes de darme cuenta que estaba sonando. Era Dany, preguntando si seguía vivo, y que no me olvide que hoy teníamos que ir a tocar con Panaderos Ensoñados a Ensenada.
Sé que muchos me van a entender cuando digo que la banda se había borrado de mi cabeza de tal manera que la fecha y el ensayo del día anterior (al que falté) no estuvieron en ninguno de mis planes.
Es en Ensenada, que queda lejos de acá, de La Plata. Nos ponemos de acuerdo, y arreglamos que voy yo para allá y salimos.

Terminamos de cocinar nuestro tardío almuerzo (3 p.m.), una ensalada césar de puta madre y un trío de tortillas violentas, todo para tres personas. Comemos, charlamos con unos amigos que vienen de paso, y salgo.

Se hace tarde, pasan los minutos en lo de Dany, que insiste por mostrarnos todas las remodelaciones que está haciendo o por hacer: está emocionado. Que esta puerta estaba atrás,¿ te acordás? y aca vamos a romper, y ¿no te das cuenta de nada nuevo? acá había una pared, si, y ya me pusieron el agua. Entre todo el barullo, y con la puerta abierta, se asoma un abuelito. "¡Alberto! ¡Cómo anda maestro!" le dice Dany. El viejito da un paso para adentro y lo veo más claro, gracias a la luz de los tubos blancos.

Alberto está vestido con un saco, pantalon de vestir y boina beige. Dice que viene de la reunión de los sábados, y sin preámbulos, arranca a cantar "Mi Buenos Aires Querido", con un falsete muy particular. Canta a capella, y lo hace bastante bien. Yo me quedo duro, estos personajes no los he visto en mi vida, ni acá, ni en la tele, ni siquiera en las películas. Nadie me enseñó a recibir a un hombre mayor cantando tango. Nadie me dijo que era posible encontrar gente con tanto ímpetu para mostrar le que sabe hacer, y con tan poca malicia. Él no temía ser burlado, no temía ser discriminado ni odiado. Lo cantó entero y haciendo todos los silencios correspondientes. Nos reímos de incrédulos y de conmovidos por este hombre.

Cuando comenzó a hablar, la voz se le desmantelaba y derrapaba. Era muy viejo. "Alberto escribe aforismos" dice Dany, buscando unir personas. A Alberto le gusta la idea y nos dice que va a buscar unas fotocopias para regalarnos. Nos da unas hojas escritas en máquina de escribir con dos carillas tamaño carta repletas de frases cortas. Algunas de ellas magníficas, otras mas sencillas. Al final de la entrada, irán las que recuerdo, ya que en el traqueteo del toque las perdí.*

Ya sin el ancianito, charlamos del destino de la banda, que ya se tornó algo bastante extraño, hasta que vino Ernesto, o "El Ernes".


Ernesto es un flaco de pelo largo negro, lo conozco por una amiga de Río Grande. Lo único que realmente sé de él, es que es un músico excelente. Varias veces caíamos en lo de Meli, esta chica de Río Grande, y terminábamos zapando dirigidos por el. Un tipo al que admiré desde que lo oí con una guitarra. El y su banda Orpheo (u Orfeo) iban a tocar después de nosotros.

Se llevan todos los instrumentos y nosotros nos tomamos un colectivo, oportunamente repleto.
Dany, en su simpatía de charlar con los choferes, paraba unos segundos para atinarle a su petaca de whisky "El Criador". Ayuda a cantar, asegura.

Cuando llegamos a este lugar, la entrada me sorprende. Es una puerta de reja, sola entre dos edificios tan grises como el resto de la cuadra. Está toda pintada como los viejos bares tangueros, con esos firuletes, que si no me falla la cultura, se llaman fileteado.

Allegro ma non Troppo reza una pintura sobre la entrada, y le sigue un pasillo largo hasta el centro de la manzana. Pasamos, caminamos entre masetitas con plantas que nunca parece voy a distinguir, y llegamos hasta un espacio más amplio. Era hermoso.

Cabe aclarar que la hermosura no es como la que se encuentra en el glaciar Perito Moreno, en las pirámides egipcias ni mucho menos en un Sheraton junto a la plaza San Martín, en Mendoza.
Es la belleza del lugar donde se tiene permiso.

Es una casa recuperada y reconstruida nos comenta Nestor, el pelado que nos recibe con una sonrisota. En una cuestión familiar, entre traqueteos, pudo comprar la casa a un precio bajísimo, aunque destruida. Él ,y si no me equivoco su mujer, reconstruyeron todo y le dieron el matiz de centro cultural. Lo más parecido a una casa abierta. "Gracias por darnos el lugar" dice Dany, "El lugar es suyo" le responde Nestor, aunque yo ya lo sentí desde la puerta solitaria que daba a la calle.

Nos ponemos a charlar con los muchachos de Orpheo, con Ernes y con los nuestros: El Chori, Emi y Pablito. Estamos tranquilos, compramos una cerveza y compartimos.

El centro tiene colores oscuros, pero muy alegres: bordó algunas paredes, amarillo y ese verde inglés que parece distinguir tanto los centros culturales. Todo eso envolvía un saloncito donde tocaríamos: las mesas dentro no superaban las cinco. hay una bicicleta para nene colgada en una de las paredes, singles de vinilo en la pared opuesta, junto a unas cuantas fotografías artísticas de un curso que se da dentro.

En los traqueteos de la espera, Dany nos presenta a la chica que nos conectó con el centro para organizar la tocada. Luciana, una piba chiquita y con un gesto muy vivaz. Nos mira y nos saluda muy simpáticamente. Me reconoce, vamos a la misma facultad aunque ella me lleva un año. Como para no verme, con tremenda maraña de rulos no paso muy desapercibido. Se ríe. Nos ponemos a hablar un poco de la facu, un poco del centro y le comento mis proyectos.

Si hay algo que aprendí este año en La Plata, es que la forma de encontrar gente compatible para lograr un sueño, es andar contándoselo a todos. Le comento de mi idea de un blog para publicar escritor (muy por encima) la idea del canal online, y hasta la de hacer un videojuego. "Que bueno! eso le va a interesar a mi novio, es programador." Ahi está. Ese es el fruto de dar un paso más del que se está dando. Le comento esto mismo, y concuerda conmigo. Hablamos un poco de política estudiantil, y me dice que es la chica más friki que puede haber. En mi mundo, eso habla muy bien de ella.

Ella organiza algunas cosas del centro, por lo tanto entiende de entrada lo que quiero hacer, y le interesa. Pasamos facebook y se va a seguir por ahí. Retomo nuestra charla con Panaderos.
El Para, el amigo del baterista que siempre va con su novia, (que recién me entero se llama Morena y no "Petisa" o "Eu") están conmigo sentados y nos matamos de risa. Hablamos payasadas, hacemos chistes de música o de comida.

Nos dicen que probemos instrumentos, conectamos y lo hacemos. Suena bastante bien, aunque otra vez, no me escucho. Pero no pasa nada.

Volvemos a las mesas, y nos pedimos algo de comer: Hay pizza, o sopas paraguayas. Yo, comiendo pizza más de una vez por semana, opto por la sopa. Les hago probar a todos, ya que yo estaba seguro de que es buena. A todos les gusta, pedimos 3 en total, y comemos.

Pasamos otro rato de charlas y de vino. El chori se me para al lado: "Qué ganas de tocar la guitarra" me dice. Me paro automático. "Vamos, zapemos" le digo. Nos acercamos, conectamos todo, y arrancamos bajito.

Se prende Emiliano, con el bajo, y Pablo haciendo fuerza para no volcarse al trash-metal. Algo hacemos. La situación es propicia para comenzar a tocar, Dany se asoma al micrófono, nos presenta. Toma la guitarra de Ernesto, que la presta voluntarioso, y entre un par de palabras, comenzamos a tocar.
Sonamos como siempre, aunque tenemos un par de errores. Ya llega el punto en que nos reímos, y terminamos un tema a la mitad. Cosas que a cualquiera que esté esperando tocar en serio le serían totalmente molestas y vergonzosas. A mí me molestó poco, eramos conocidos entre todos. Pero en fin, no fue lo mejor que pudo ser.

Terminamos de tocar, y pasa Ernesto con Matias, el baterista, y sinceramente no me acuerdo el nombre del bajista, un pelado de barba candado, muy encontrable en un bar tomando cerveza artesanal.
Comenzaron a tocar, y descocieron: muy prolijos, muy polenta, con subidas y bajadas, cortes y arranques muy fuertes. Ernesto que canta bárbaro, la verdad, un show. Más allá de que se le haya cortado una cuerda en medio de la tocada.

El ambiente era muy de entre amigos, por más que no conozcamos a la mitad de la gente de ahí. Todos estabamos tranquilos y sin verdaderas presiones. Yo personalmente, me sentí en un hogar. Así juzgo yo a Allegro ma non Troppo, un centro cultural en Ensenada que hoy atravesó Panaderos Ensoñados. Gente con mucho cariño a lo que hace, una predisposición que no se encuentra en todos lados, y gente muy dada para una buena charla.

Una hermosa noche de rock.





*Los aforismos de Alberto: "No nacimos para ser felices. Pero nacimos";"Estamos a un paso de todo";"Si los niños se sienten solos, es porque están solos";"Cuando se trabaja 'Full-Time', donde queda el tiempo para el amor 'Full-time'?";"Con los años, muchas consciencias se entonan";"El amor une lo que el odio separa"

miércoles, 23 de noviembre de 2011

"Guarda que se pega"

El desafío "Guarda que se Pega" es sencillo. Escuchá la siguiente canción 4 veces enteras, una tras la otra. Después, intentá pensar en algo diferente por más de una hora. Si esta canción no recurre a tu cerebro por lo menos 30 veces, entonces estás muy por encima del autor del desafío.

El video es conocido como "Trololo Song". Tu espíritu competitivo va a ser tu perdición.


jueves, 17 de noviembre de 2011

"Sentir que 20 años no es nada."

          Si algo nos puede transportar a una época que no se termina de ir, es el canto de falsetes profundos. El tango en un tiempo brusco como es el dos por cuatro. La nostalgia, lo blanco y negro y mensajes que hasta el día de hoy los vemos pasar. Música que no deja de volver, con la frente marchita.

Gardel - Volver.            


martes, 15 de noviembre de 2011

Primeras Impresiones

         Amo reparar en el comienzo de un texto. Darle un segundo demás a las primeras palabras donde, el autor, seguro se sintió como un guaraní entrando en una capilla. Ese momento donde uno conoce a quién le hablaba por internet hace tanto tiempo. Donde estás obligado a hablar: Si un lector llega a un texto, el autor está empujado a escribir lo que sigue. Es como el nivel del Mario Bros (el viejo) que arranca y avanza constante, impune e indómito.
       Ahí es donde se ve la verdadera personalidad del escritor. No durante el texto, no al final ni después. El comienzo es ese primer impacto, donde se asocia lo que uno cree de un escritor, con la verdadera obra. Es como hablar por telefono muchas veces con una mujer, para luego conocer al cuerpo, a la boca y a los ojos que pronuncian las oídas palabras. Y creo, simplemente, que las primeras impresiones son oro puro. Oro psico-social, digámosle en nuestro snobismo.
        Las primeras impresiones son un empujón muy brusco, donde cada persona, en su necesidad de defensa, no sabe cómo reaccionar. Por lo menos en la mayoría de los casos. Se conocen bien los diálogos ensayados, los qué tal amistosos con sonrisa de boca y no de cejas. Esas pantomimas estándar que solemos aplicar nosotros por igual, seamosnos sinceros.
         Si el árbol no se cae es buena señal y se puede llevar una charla con esa persona acostumbrada a un trato determinado. Por ejemplo, si yo abordo a una mujer y le digo algo como "Sos igual a mi Tía Carlota" estaría soplando, o bien el búnker, o bien la casa de naipes. Siguiendo la situación hipotética, si responde: "¿Ay, quién es tu Tía Carlota?" no será lo mismo que "¿La conozco?" o "Entonces sos un pibe acostumbrado a la belleza". Tres respuestas demuestran tres personalidades (y sólo para empezar). Lo mismo pasa con los autores. Lo único diferente, es que la frase de abordaje es "Hola, estoy leyendo tu libro/entrada/gacetilla/columna/articulo/prospecto/frase de baño. ¿Vale la pena?". Ahi entran estas frases.
        "Había una vez en un tiempo muy lejano", "Los McBelsten no perdían el tiempo en la tecnología", "Si mi vieja hubiera sido promotora en vez de dirigente gremial, hoy estaría pidiendo un iPad", "Comenzó con un triste moco determinista". Todas frases que ya predefinen la obra. Ya te intuyen a meterte en un texto de la extensión necesaria y, si te ves obligado a dejar la lectura, aún vas a saber si te gusta lo que se viene. Yo si leo lo del moco, probablemente esté ansioso por terminarlo. Me gusta acabar rápido con todo lo que tenga que ver con mocos.
       Éste es el espacio que le dedico a esos pocos caracteres de la primera frase. Ese darse coraje para plantarse a un profesor que está a favor de la volatilización del merengue, para entrar en una iglesia siendo el ateo más declarado de todo el santo mundo, Ese momento que diferencia a un cuentacuentos de aquel que balbucea tonterías. Esas tonterías que venden, obviamente.

lunes, 14 de noviembre de 2011

Otra Familia Tipo

Mi viejo nos miraba por sobre la mesa. Nosotros, siete años, jugábamos con nuestros juguetes de palo y trapo, imaginándonos aventuras, hablando de héroes. Creciendo.
Mi mamá leía el diario por encima de sus lentes, y comentaba con mi papá:
-¿Viste la nueva noticia sobre la huelga de los oficinistas? Es impresionante, no paran de molestar un rato- renegó. Caminaba de acá para allá. –Estos atorrantes, cortando el tren y los ripios. ¡Lo hacen a propósito, porque sabe que hinchan! Yo tengo que laburar. Si ellos son unos vagos que están al cuete todo el día, mirando MTV, que no necesitan trabajar porque las empresas los aguantan, ¡¿Por qué tengo que pagar yo?! – Mi papá la miraba como si no le importara.
-Tranquila, negra, ¡ni siquiera te fijás por qué están reclamando! Mirá si los están estafando en el laburo- dijo mi viejo, intentando tranquilizarla. Yo y Mica los mirábamos desde el living.
-¿Tranquila? Estoy re podrida de aguantar todo esto. Los vaguitos de camisita y chupines que son capaces de apuñalarte para robarte un par de alpargatas, la gente pidiendo abrazos en la calle todo el día, los nenes haciendo coreografías en el subte para les des un beso en la frente. ¡Es un suplicio!- dijo levantando las manos – Bueno, Martita, no todos tenemos suerte…- dijo mi papá, con lástima.
-¿Suerte? ¿Vos te creés que tenemos todo lo que tenemos por suerte? Mi mamá nació en una familia de mucha plata, y tuvo que romperse el lomo para que hoy esté yo donde estoy – Mamá siempre hablaba de la abuela. Yo no la conocí, pero me parece que era una mujer muy buena. –Ella tuvo que olvidarse de todo lo que había aprendido, tuvo que formarse sola y desde cero. Tuvo que escapar de Recoleta e irse a un ambiente más sano. Dejó la familia, ¿entendés? Sólo para que nosotros hoy tengamos todo lo que tenemos.-
-Conozco bien la historia de tu mamá. Pero no podés andar quejándote todo el día porque los escribanos o los banqueros hacen paro. Te vas a amargar sin necesidad. Las empresas no les proporcionan lo que necesitan y es comprensible, ¿Vos qué harías si lo único que tuvieras fuera plata? Yo haría lo mismo que esta gente.
Mamá se quedó pensando un rato, respiró como un toro, y prendió la televisión. Mi papá se metió en la cocina a preparar la cena. El señor del noticiero decía:
-Así nos sorprende esta mañana de jueves, hay casi dos docenas de autos importados bloqueando las entradas al mercado central y al puerto. El tránsito va a estar pesado hasta entrada la tard--- Cambia el canal.
-¿Entonces, como se conocieron?- pregunta una señora muy flaca y blanca, con el pelo rojo. Aparece una chica muy linda, con el pelo negro trenzado largo, y ropa deportiva. Al lado, un chico con la cabeza rapada a los costados y el pelo largo arriba.
-Ay, yo a él lo conocí en una canchita de fútbol, cerca de casa. Estaba jugando a la pelota ¡y cuando me vió se distrajo y se la sacaron de los pies, al pavo!- todos los que estaban alrededor de la mesa se rieron, y habló el chico – Cuando me la sacan a la pelota, y veo que la Male me mira y se sonríe, me di cuenta que me estaba re enamorando yo.- Mi mamá se rió –Lo que hacen por aparecer en televisión. Seguro se conocieron en Puerto Madero estos sátrapas.
Cambia el canal por última vez. “Almorzando con Valeria” dicen unas letras bailarinas, y entra una señora gordita, de Jujuy, con una olla grande de puchero. Les sirve a todos los comensales, que son músicos y políticos, y comienzan a charlar del mundo y sus problemas.

domingo, 13 de noviembre de 2011

No Siempre está en el Norte - Completo (2da Versión)

-Eu - Julián miraba fijo a través del umbral de la cocina.
-Eeeu - Los ojos de ella entornados, nerviosos, como diciendo "¡escuchalo, reaccioná!"
-¡Shul! ¡Julián! Se hierve el agua, boludín - Dijo Oscarcito, mientras le pegaba en el brazo.
-Dale, colgado, que el mate hervido es de cholo - siempre decía eso, el cholo Oscarcito. El ambiente se relajó cuando el flaco alto y sombrío, que solíamos llamar Julián o Shul, desaplastó el traste del banquito plástico y se acercó a la hornalla para apagarla.
La de los ojos era Natalia. Una mujer a menor escala, perfectamente proporcionada. Era bellísima. Se vestía con ropa que le quedaba grande y aún así revolucionaba a los muchachos que la miraban desde lejos. Pelo cobrizo ondulado que le caía por debajo de los hombros. Siempre con una taza de café o con un aroma muy fuerte a él. Nunca supimos qué era de la familia, aunque la versión oficial era que era la prima de Julián. Bueno, no, Natalia para más tarde.
Shul era un perchero. Un flaco con voz grave, alto, con el pelo lacio y castaño a lo calculín. Un metalero con olor a placard. Un tipo brillante en lo que quería. Nuestro amigo desde siempre. Era medio cursi, pero si por su cara fuera, nunca nos hubiéramos dado cuenta.
Ese silencio catatónico pasó sin penas ni glorias en la mesa de su casa, esa tarde de martes. En cuanto a los “primos” pasaba algo muy particular: podíamos molestarla a ella, podíamos molestarlo a él, pero no podíamos mencionar su relación. Hacerlo era algo totalmente peligroso. Digamos que el puente entre ellos era de papel de servilleta. Directamente evitábamos todo lo que tuviera que ver con charlar de su parentesco.
Hacía poco que Shul se había vuelto desde El Norte.
De una manera u otra, irse Al Norte para nosotros, los Del Sur, era una especie de obligación. Es un acto de valía, de crecimiento. En las tribus Onas a los niños no les ponían nombre hasta que podían cazar por sí mismos. A nosotros nos mandan a estudiar a otro lugar del país. A otro mundo mal fotocopiado del nuestro, a masticar una carrera y toneladas de apuntes. El nombre nos los ponen para el DNI y para que nos molesten las maestras por distraernos en clase.
Julián se fue a estudiar traductorado de inglés. Le gustaba la música y las películas en el idioma. Más que eso nunca manifestó ningún interés. Nunca lo escuchamos hablar o cantar en inglés. Pero bueno… Si le gusta.
-Gracias – le recibí el mate
-Qué, ¿no querés más?- me dijo, serio
-¿Por? ¡Sí, si es mi primer mate!- con lo que había esperado para mi turno de sorber, era la respuesta menos reaccionaria que se me ocurrió.
-Si decís “Gracias” significa que no querés más- me dijo. Eso lo aprendió Allá. Tomó muchas costumbres. Se tiñó un poco de ese Norte tan lejano, tan pegajoso y lleno de gente que nos imaginamos. El Norte del que habla el noticiero, donde los famosos caminan por la calle. Donde los grandes escritores están en bares, o te los cruzás en supermercados. Ese lugar tan remoto.
Pero acá está, sentado con nosotros, tomando eso que antes no tomaba. Caliente pero no hervido, muy bien preparado y en una calabaza muy rústica. Natalia está en el living. Ellos viven en un departamento de esos monoblock que entrega el Estado. Son todos iguales y a la vez tan diferentes como las mismas familias que los habitan.
Su pieza tenía las paredes color celeste muy claro, casi blanco, pintadas desprolijamente por decenas de artistas desastrosos pero con coraje: aquellos que nos animamos a pedirle un fibrón y un “¿Puedo escribir acá?”. Un foquito colgando de varios cables envueltos en cinta de aislar.
-Sí, pero sin nada muy desubicado, que mi vieja lo lee- Nos decía Shul en voz baja. Mabel: Una mujer bajita y de mejillas coloradas. Vestía de pantalón de vestir y ropa con tela áspera. Era amorosa como ninguna. Ella no nos juzgaba y sus comentarios siempre nos salvaban en los dilemas. Era de las viejas que cuando estabas por mandar todo al tacho, te decía cosas como “No creas que los tipos que lograron cosas nunca dudaron. Si una cosa no parece ridícula al principio, entonces seguro no vale la pena. Lo dijo Einstein, y todos sabemos cómo le fue, ¿no cierto?” Siempre fuimos sus hijos adoptivos.
Natalia puso la cafetera de filtro a trabajar mientras charlábamos.
-Che… ¿y qué onda allá? ¿Te gustaba? – pregunté a Shul. No sorprendí a nadie pero el silencio se volvía incómodo
-Está bueno. Tenés que aprender a manejarte sólo. Nadie te plancha, nadie te paga las cuentas. Nadie te obliga a estudiar, es todo un tema. Igual, lo que más me dolió fue no comer más comida casera. Eso sí que hace mal, chabón. Se extraña y se dejan muchas cosas.
De reojo, la miro a Natalia. El último comentario le relaja las mejillas. Parece sonreír.
-Bueno, gente estándar, ya tengo mi café. Duermo a la nena y me voy a dormir yo. Los dejo para que hablen cosas de machitos – nos dice la mujercita.
–Chau, nos vemos – Decimos nosotros, sin demasiado espamento. Julián en silencio nos mantenía mansos con ella. No sabemos cómo lo hacía, pero era efectivo. Lo aceptábamos y todo.
- Chau- dice Julián. Le cuesta encontrar su cachete a la hora de darle el beso de despedida. Se hace una especie de baile raro y rápido. Se va ella sin mirarlo.
-Y… ¿Cuándo te diste cuenta que querías volver? – preguntó el Cholo, pasado un rato de charlar boludeces.
- Se complicó todo… Algunos profesores me tenían cruzado, no me querían aprobar. Las responsabilidades se pusieron muy pesadas. No sé, todo muy para atrás. Además, mi vieja no anda muy bien de salud. Un montón de cosas que se juntaron. No quería estar lejos, que se yo.
-Pero cuando viniste en invierno estabas re contento. No querías volverte ni comentaste que te pasaba eso… - fue bajando el volumen, cuando yo le clavé la mirada fijo. “Calláte” le dije sin decir palabra.
-No, bueno, qué se yo… todavía no me había pasado algo groso. Algo que me diga “Listo, me vuelvo”. Creo, si, bueno, eso- Tartamudeó.
Se escucha un llanto amortiguado por una puerta. Helenita, la hija de Natalia. Una beba hermosa, tiene meses nomás y ya sonríe como la madre. Ya brotan algunos mechones de un castaño oscuro lacio y brillante en su cabecita. Con Julián tiene un trato muy cercano. Él le está intentando de enseñar a hablar, la pavea para que camine y haga gestos. A veces ella llora para pasar de brazos ajenos a los suyos. “Es una luz la Jelen” dice Oscarcito cuando la ve jugar. Lo que en la calle parecen un grupo de pibes con poco futuro, escandalosos y que se matan a palos en pogos “violentos”, en los ojos de la beba son un par de zonzos con los que matarse de risa. Le hacemos caras, cosquillas y le hablamos con voces chistosas. Somos como los tíos jóvenes y divertidos que yo veía en los míos. De a ratos me gusta imaginarla ya de grande, verla crecer, sentarse a charlar con nosotros, a tomar mate. Verla irse Al Norte…
-Menos mal que estabas cuando Natalia se enteró lo de Helena – Soltó el Cholo. Silencio entre los tres. Shul gira el mate, fingiendo leer lo que tiene escrito
-¿San Juan? ¿Estuviste en San Juan? ¿Cuándo? – Me pregunta.
– ¡Me fui para conocer el invierno pasado! ¿No te acordás que no estuve la primera semana que viniste? - me mira extrañado, Julián: no se acuerda.
-¡Como se va a acordar, si estaba encerrado en esta casa! Estuvo casi todas las vacaciones sin juntarse con nosotros – reprochó divertido el que no entendía las cosas.
-Estaba a full con un trabajo de Literatura Inglesa – dijo con voz de ultratumba el flaco, excusándose.
-Daaaaleeee, ¡no te hagás! Somos pocos y nos conocemos mucho: no cambiarías una tarde con los chicos para quedarte haciendo un trabajo- Oscarcito la estaba poniendo re difícil. Yo ya me venía poniendo nervioso.
- No… pero esta vez era pesado. Era una de las materias anuales y si no la sacaba me iba a trabar todas las materias anteriores- Sonaba tan a traga. No era él.
-¡No jodas! Te llevaste nueve materias en el último año. ¡Nueve! ¡Nain! – Mostrando las palmas y sólo doblando un pulgar – ¡Y “te trababa” toda la facultad! Fuiste a ver a La Vela Puerca al Margalot, ¡Y ni siquiera te gusta! – carcajeó nuestro amigo, ya un poco colorado por el volumen.
-¡Chhhhhhhhssssssssst! – escuchamos desde la habitación de Natalia. La conversación siguió en susurros. Yo ya tenía esperanzas de que termine.
- ¡Vos sabés que me quería levantar a Romi! – dijo Shul bajito, como retándolo.
-Dejá de mentir, si no te gustó nunca. Las minas que te gustaban nunca les hablabas en público, y por msn o a solas te ponías como un flan. Lo último que te falta, querer mentirme a mí- se estaba poniendo un poco pedante, pero no se equivocaba en lo absoluto.
-Ah, sí, mirá vos. Ahora me tengo que aguantar que me tratés de cagón- dijo Shul perdiendo un poco la serenidad. Estaba nervioso. Casi como yo.
- ¡Todos somos cagones nosotros! Vos no lo aceptás, que es distinto- “Bueno, cortenlá” quise decir, pero no podía.
-¿No lo acepto? ¿Y cuando les dije que no me animaba a darle un beso a Mica? Lo dije en frente de todos, y estábamos sobrios. Si eso no es admitirlo, no sé de qué me estás hablando- Cuantos recuerdos me agarraron repentinos. Dos meses remó a Mica. La conoció en una clase de inglés, y ella estaba enamoradísima de él. Lo seguía a todos lados, y le mandaba mensajes y hasta lo llamaba. Yo mantengo firme lo que comenté con los chicos: para mí que cuando le dan bola, cuando las pibas se manifiestan, el pierde el interés.
-Tenías 15 años, chabón. ¿Me vas a decir que no mariconeaste con una mina desde los 15 años? Con las chicas con las que nos juntábamos siempre no apareciste más, no te vemos hablando con ninguna mina en la calle. Con la única mina de nuestra edad con la que hablás es con Natalia- Silencio.
-Chicos, mañana me tengo que levantar temprano a ayudar a mi vieja con un estante en living. Ni bien termino les mando un mensaje y vamos por ahí, ¿les parece?- dijo Shul, dejando de susurrar.
-Dale – dije yo, apurado juntando mis cosas. Oscarcito se quedó atónito, no entendía nada. –Acompañame hasta la parada del cole- le dije, lo agarré del brazo y salimos.
Mientras íbamos caminando, Oscarcito comenzó a repetir la discusión.
-Qué se hace el que no lo conocemos, el boludo este. 8 años que andamos dando vueltas, que nos cuenta sus cosas.- Me río.
-¿De qué te reís? – me arrebató el Cholo, ya un poco desorbitado por el calor de la pelea.
- “Las responsabilidades se pusieron muy pesadas”, “No tenía algo groso para decir Listo, me vuelvo” ¿No te dice nada? –
-Sí, que Julián es un tarado –
Algún día se dará cuenta sólo. Seguro que pronto se entera por qué Shul lo abandonó el invierno pasado. También pensará desde cuando leé los mates y se interesa por cuyo. Dentro de poco, no mucho, va a preguntarse si la abuela de Helenita de verdad anda, o no, tan mal de salud. Razonará qué es lo que para Shul, esta vez, no estaba en El Norte.-

sábado, 12 de noviembre de 2011

Lo que deja la charla.

Sólida charla entre el Algodón y el Café donde sólo hay una conclusión clara:
La única persona que tiene más razón que uno, es el que ya ha logrado lo que se propuso.




jueves, 10 de noviembre de 2011

Varieté

El nombre suena a variedad. A cosas mezcladas, a potpurrí. Suena a algo francés también. Muy lo primero, nada lo segundo. En La Plata, si existe un lugar de penumbras donde se reúne esa especie de nueva bohemia, es ahí. El Nuevo Varieté (el viejo está al lado, y lo cerraron vaya a saber por qué).
La ciudad se oscurece en esa cuadra. Ahí vamos a tocar con la banda, Panaderos Ensoñados. El nombre lo sacamos de un tema de Spinetta que se llama igual. Y el cantante y segundo guitarrista, fundador, es el Dany: Es el hombre mayor, muy politizado y afectado por los 70' hasta la médula, que vende panes rellenos en la facultad de Comunicación Social dónde voy (Por eso lo de panaderos, lector poco audaz). Pero el Dany queda para otra entrada, cuando no tenga novedades que contar y quiera repasar la gente hermosa que he conocido en esta nueva época.

Tocamos hace un rato, La noche del jueves a madrugada del viernes. Vamos algo así como 10 p.m. y en el tugurio estamos nosotros solos y el sonidista. El bolichito no tiene más de 6 o 7 metros de ancho, y unos cuantos de largo. Mesas a los costados (bastante rústicas), barra al fondo y el escenario chiquitísimo entre la barra y las mesas, a un costado. Es la mitad del ya angosto pasillito. Las paredes son de cemento sin mucho arreglo, pintadas muy por gente voluntaria, con dibujos y frases azarosas que buscan profundidad. De las que se escriben pensando "el que lea esto se va a replantear su vida". Yo siempre considero que son partes de canciones.

El Chori y Dany le tienen mucho afecto al Varieté, porque ahi tocaron muchas veces y son amigos de los que organizan las tocadas. Por lo que, buscando tocar ahí antes de fin de año, la única fecha que consiguieron fue hoy, un jueves en época de parciales en las facultades. Así que ahí llegamos, algunos cansados, otros muy cansados. El ajetreo de la semana nos tiene bastante secos, deduzco.

Entra un pibe que me hace acordar a Waldo, un amigo de Río Grande, y Dany nos lo presenta. El flaco, Sebastián, y va a tocar de solista antes que nosotros. Lo saludamos y desaparece en alguno de los pasillos detrás del escenario.

Enchufamos todo, probamos el sonido y zapamos un rato. Sonamos bastante bien, aunque yo no me termine de saber los temas, y Pablito, el baterista, se pierda en los cortes y los silencios. Hacemos covers de bandas de los 60 y los 70. Temas desconocidos de bandas que sacaron sólo un CD, como Huinca. Los muchachos se bajan, y yo me quedo tocando la batería horriblemente, a destiempo y fallando en todos los intentos de parecer un prodigio.

No viene nadie. Emiliano, que de nosotros es el más serio con el tema de la banda, se empieza a inquietar. "Está re muerto" dice, un poco frustrado y un poco a lo ya fue.

Yo comí mucho a la mañana, por lo que estuve toda la tarde en ayuno. Le pido a alguno de los chicos que me acompañe a comprar algo de comer, y Pablito (el batero, para que no tenga que volver a buscar) con su amigo que lo vino a ver con la novia, van conmigo.

En un localcito a una cuadra de casa (el Varieté está a 5) venden comida rápida promocionada en hojas A4 escritas en Calibri. "Superhamburguesa Completa $13". Una ganga para lo que parecía el nombre. La esperamos afuera y nos matamos de risa hablando cosas de pendejos. Escuchamos al amigo de Pablito, que sinceramente no recuerdo el apodo con que lo llamamos, dramatizar al cantante de Hermética cagando. Es una figura muy bizarra, pero suficiente como para hacernos
reír hasta que duela la quijada.

Me pongo a comer, convido y a los chicos les da hambre. Compramos papas entre todos y mientras esperamos cae un patrullero. Hubo uno de esos lapsos extraños, de "qué pasa" y "háganse los boludos" cuando en realidad no estabamos haciendo absolutamente nada fuera de la ley (considerando que la superhamburguesa no era un atentado a la salud pública).

Los policías se bajan y entran en el sucucho a comprar comida. Terminamos las papas y ellos se van justo cuando acabamos. Jugando, nuestro compañero con la novia chocan a un covani (como insistía en llamarlos) y uno de los policías dice, pasandonos, "y... el amor es así". Me sorprendí de la buena fe. Arrancamos de vuelta al Varieté.

Sale Emiliano, el bajista, y nos dice: "Esta re muerto adentro" medio riendose, medio decepcionado. Las últimas fechas siempre algo lo hace sentir mal o desconforme. Sus proyectos son otros. Ya adentro tomamos un poco de vino, y empezamos a escuchar a Sebastián, que canta sólo con su guitarra. Al principio desconfié un poco, pero a medida que lo escuchaba, me sorprendí. El flaco canta muy afinado, y la guitarra suena muy prolija. Es un músico muy bueno.
Lo aplaudimos los 6 o 7 que lo escuchamos. Se rie y está dentro de todo tranquilo. "Tengo un grupo de amigos que tocamos donde podemos, haya gente o no" dice riendose. Dany, cálido y atolondrado como es, le dice "Bueno, ¡ahora habemos! ¡te estamos escuchando acá!". El flaco se rie y sigue tocando una música muy Radiohead voladora. Todos los temas, me entero después, los compuso él.

Termina de tocar y en un segundo hay gente. Unos cuantos borrachines gritones, de rostros endurecidos pero con ganas de ponerle garra a los primeros que se ofrezcan a utilizar un escenario, poblan las mesitas contra las paredes. Uno en particular, risueño y treintón, vestido con toda ropa adidas desgastada, se para sólo frente a Sebastián y sigue el ritmo con el dedo. Le sonríe y le grita algo sobre "que toque una de Pappo". Seba no entiende, y termina de tocar.
Pasa un rato, lo felicitamos porque tocó muy bien, y ocupamos nuestros puestos.

De repente el publico grita y más que animarnos nos asusta un poco: algunos parecen más que amigables. No se ve nada desde la silla donde toco el teclado. Un reflector enorme me da de frente y no me deja ver al público. No sé si hay muchos, pocos, o si todavía estoy en el Varieté y no me transporté a ningún otro universo.

Comenzamos a tocar. "El tema de Aquelarre" susurran. Nunca reconocí los temas por el nombre, Dany me los dio en un CD de audio por lo que están distinguidos más que por el 01, 02 o 03. él escucha todo en una de esas radios con manijita, las que no reconocen CD con mp3. Arrancan y reconozco los primeros compases y comienzo a tocar con ellos. Sonamos bien.

Se escucha un loco que grita desquiciado y ronco. "¡QUIERO ROOOOOOOOCK!" escupe el amigo. Da pasos cortos y secos, con las patas cruzadas. Es un pelado con lentes y una campera de cuero que lo hace parecer lomudo. Todo cambia cuando se le ven dos piernas muy angostas y un cuerpo que parece estar por desaparecer. Está durísimo.

Tocamos uno, dos, tres temas, y aparecen mujeres desde la misma nada. Caen al Varieté algo así como a las 2 de la mañana. Gente que entra y nos ve: Un hombre en sus pasados 50, vistiendo una boina con un pin de Los Beatles, un flaco con rastas hasta los homóplatos (el Chori), otro con una cara tremenda de turco enroscado con el bajo (Emi), un baterista petiso con una campera de jean emparchada con "Horcas" "Hermética" "Sepultura" y otros avalorios de metalero cabeza (Pablito) y yo, con una remera negra manga corta, la melena recogida muy desprolija y un par de lentes más nerds de lo que me gustaría. Los cinco tocando rock de los 60' al estilo Pescado Rabioso, de Spinetta. Un show.

El pelado comienza a acercarse y a gritar pegado al escenario, sólo. Le pone onda el pelado, pero como pasa con los dados vuelta: se pone pesado. Después de interrumpirnos un montón de veces, se sube "a cantar" en medio de un tema. Creo que cantaba algo de Almafuerte, si no me equivoco. Dany hizo un gesto de "paremos, chicos" pero nosotros seguimos sin ni siquiera bajar el ritmo.

Si estábamos arriba era para tocar.

Debajo del Brazo.

-Aquí vemos un cuadro de Galskenoski, llamado "El Triunfo".- dijo solemne pero insípido el guía del museo de Louvre. Llevábamos una semana en París, Estela y yo, y todavía no habíamos conocido el museo. Decepcionados por el tamaño de la Mona Lisa (70 cm de alto y 50 de ancho, aproximadamente) veníamos renegando en voz baja, para que no nos escuche nadie del grupo: Ni los japoneses, ni los demás.
El cuadro que veíamos ahora era inmenso. En altura ocupaba prácticamente la pared entera. Era un hombre en cuclillas y de gesto muy dolido, pero solemne. Estaba en el exacto centro de una pequeña cabaña de la época (algo así como del siglo XVIII) y miraba con ternura un retrato de un anciano en la pared.
-El autor de esta obra buscó plasmar la sensación gloriosa de aquél que honra a su padre. Aquí, un alfarero que conserva su trabajo artesanal más allá de la Revolución Industrial, mantiene una suerte de "diálogo" con su difunto padre-
¿De dónde habrá sacado eso? el viejo del cuadro ni siquiera es similar al muchacho que lo está mirando. Dos japoneses abren los ojos tanto cuanto pueden, que no es mucho. El hombre, con una visera como las de los crupieres de los casinos de los 50', levanta una Nikon muy pesada, y saca una foto solitaria. Algo del cuadro no me cierra.
El guía continúa el recorrido y la masa de turistas de gorritos graciosos van tras él. Yo y Estela nos quedamos mirando el cuadro.
-Algo no me cierra- dice en un susurro -El viejo tiene la cara muy diferente a la del pibe- La telepatía la teníamos desde antes de casarnos.
-Si, encima, el flaco está sufriendo. Es como un "Lo pude hacer además de..." el tema es "además de qué"- dije. El guía siguió su camino y su voz se perdió al doblar una esquina.
-¿Qué es eso? - señaló Estela - Eso, eso blanco abajo del brazo del padre.
-¿No es un bastón? Sino es el apoya brazos de un sillón. - reduje las posibilidades. Tenía esa seguridad de que ni yo ni Estela descubririamos algo que nadie haya visto.
-No... parece un... ¿animal? - dijo sorprendida - ¡Parece un Ganso! - Al caer en cuenta, miré fijamente al bichajo emplumado mirando malicioso a través del retrato dentro del cuadro.
Él ave tenía algo que ver con su penuria, y Estela y yo ibamos a averiguar qué era.

miércoles, 9 de noviembre de 2011

Trabajar.

-No me gustan las cosas de algarrobo - me dijo. Él siempre tan exquisito. Miró el mueble con desdén, como si le cayera muy mal, y giró hacia mi.
-No compres ni un solo mueble más sin avisarme - Su voz era insoportable. Caminaba a duras zancadas y movía el cuello al compás. Olía todo sin tocarlo, como si le diera asco. Yo lo miraba desde arriba, ya harto de él. Al principio me sorprendía y me encantaba. Era algo nuevo para mí. Pero el tiempo es tirano y ahora lo miro como para ahorcarlo. Quebrarle el cuello, un ¡crac! y listo.
-No sé por qué metés el pico donde nadie te llama. Estoy harta de que te quejés de todo - le dije rabiosa. Volteó la cabeza, y me miró inexpresivo. Procesaba qué decirme sin empeorarme, aunque ya estaba decidida a escupir todo lo que pensaba.
-No se de qué te sirve enojarte. Estoy acá para hacerte feliz -
-Bueno, no me hacés feliz. Sos interesante, sos audaz y lo que quieras, pero en esta casa ya no tenés lugar. O conseguís un trabajo o te vas - Listo, lo dije.
Fue un flechazo a su orgullo. El creía que trabajar era cosa de otra gente, que como él no sabía hacer nada, no tenía que hacer nada. No señor, si va a vivir conmigo, va a tener que ayudar a sostenernos.
No me contestó. Los días siguientes comenzó a hacer llamados y a conectarse muy seguido a internet. No puede costarle tanto teclear. Me da algo de lástima, pero rápido me acuerdo de cómo son las cosas. Que las haga de una vez por todas.
-Poneme nombre, Eu- me dijo. - Me ofrecieron un trabajo en un blog, como modelo de cara. Necesito un nombre que sea llamativo.
No me gustaba la idea de reducirlo a una palabra. Pero creo que, a este ganso que no lo es , su nombre lo hará Libre.

Rediseñando

En un frenesí de navegar y congelar mi computadora una o dos veces, pude adherir el Twitter y la página de Facebook al Blog, y visceversa. Esta red va a ser una pequeña comunidad de ideas.

Una comunidad creativa.
Cualquier idea que tengan, que quieran compartir o que les parezca interesante, vayan a nuestra página de facebook y publiquen con tranquilidad. Pueden subir fotos, videos y hasta creo que notas. Vamos a intentar de hacer un espacio donde podamos dar a conocer las cosas importantes quizá juntando todas las redes que hoy están en auge (twitter, facebook o blogger).

La página carece de todos fines comerciales o de lucro. El fin es que los miembros puedan inspirarse unos a otros y poder llevar adelante proyectos creativos que tengan en mente.

Espero les ayude de algo!

martes, 8 de noviembre de 2011

Cara nueva

Que hermoso cuando tenés algo nuevo.
Una lapicera, un mp3, una sonrisa, algo nuevo que usar.
La sensación de poco a poco estrenarlo despierta algo muy curioso y la ansiedad que produce es más o menos similar a la que te hace correr tres o cuatro cuadras para caer de clavado en un baño de losas celestes.
Tenemos un amor a lo nuevo. No puede haber muchas más explicaciones. Y la gente que se queda con sus cosas más tradicionales y las hace de manera repetitiva, esa que dice "Soy un animal de costumbres", me da a pensar que temen. Hoy escribo esta entrada para inaugurar una estética nueva del blog, que seguramente durará no más de un par de meses.
Todos estos traqueteos son una especie de preparativos para algo que se viene. Es como que vengo probando el sonido para cuando se suba Jimi, es como que estoy poniendo la mesa para cuando llegue la Abuela y los insoportables/infaltables familiares pequeños. Así voy sintiendo todo este blog.
Es como sacarle el bollo de papel de diario a esas zapatillas que vas a usar toda tu vida.

lunes, 7 de noviembre de 2011

No Siempre está en el Norte - Segundos Bocetos

-Si decís “Gracias” significa que no querés más- me dijo. Eso lo aprendió Allá. Tomó muchas costumbres. Se tiñó un poco de ese norte tan lejano, tan pegajoso y lleno de bichos que nos imaginamos. El Norte del que habla el noticiero, donde los famosos caminan por la calle. Donde los grandes escritores están en bares, o te los cruzás en supermercados. Ese lugar tan lejos.

Pero acá está, sentado con nosotros, tomando eso que antes no tomaba. Caliente pero no hervido, muy bien preparado y en una calabaza muy rústica. Natalia está en el living. Ellos viven en un departamento de esos monoblock que entrega el Estado. Son todos iguales y a la vez tan diferentes como las mismas familias que los habitan.

Su pieza tenía las paredes color celeste muy claro, casi blanco. Todas estaban pintadas desprolijamente por decenas de artistas desastrosos pero con coraje: aquellos que nos animamos a pedirle un fibrón y un “¿Puedo escribir acá?”. Un foquito colgando de varios cables envueltos en cinta de aislar.

-Si, pero sin nada muy desubicado, que mi vieja lo leé- Mabel. Una mujer bajita y de mejillas coloradas. Vestía de pantalón de vestir y ropa con tela áspera. Era amorosa como ninguna. Ella no nos juzgaba y sus comentarios siempre nos salvaba en los dilemas. Era de las viejas que cuando estabas por mandar todo al tacho, te decía cosas como “No creas que los tipos que lograron cosas nunca dudaron. Si una cosa no parece ridícula al principio, entonces seguro no vale la pena. Lo dijo Einstein, y todos lo conocemos, ¿no cierto?” Siempre fuimos sus hijos adoptivos.

Natalia puso la cafetera de filtro a trabajar mientras charlábamos.

-Che… ¿y que onda allá? ¿te gustaba? – pregunté a Shul. No sorprendí a nadie pero el silencio se volvía incómodo

-Está bueno. Tenés que aprender a manejarte sólo. Nadie te plancha, nadie te paga las cuentas. Nadie te obliga a estudiar. Es todo un tema. Igual, lo que más me dolió fue no comer más comida de casera. Eso si que hace mal, chabón. Se extraña y se dejan muchas cosas.

Miro a Natalia. El último comentario le relaja las mejillas. Parece sonreír.

-Bueno, gente estándar, ya tengo mi café. Los dejo para que hablen cosas de machitos – nos dice la mujercita, que rondaba los 20, como todos nosotros. –Chau, nos vemos – Decimos nosotros, sin demasiado espamento. Julián en silencio regulaba los tratos. No sabemos cómo lo hacía, pero era efectivo. Lo aceptábamos y todo.

- eh… chau- dice Julián. Le cuesta encontrar su cachete, en una especie de baile raro y rápido, se va ella sin mirarlo.

-Y… ¿Cuándo te diste cuenta que querías volver? – preguntó el Cholo, pasado un rato de charlar boludeces.

- Se complicó todo… Algunos profesores me tenían cruzado, no me querían aprobar. Las responsabilidades se pusieron muy pesadas. No sé, todo muy para atrás. Además, mi vieja no anda muy bien de salud. Un montón de cosas que se juntaron. No quería estar lejos, que se yo.

-Pero cuando viniste en invierno estabas re contento. No querías volverte ni comentaste que te pasaba eso… - fue bajando el volumen, cuando yo le clavé la mirada fijo. “Calláte” le dije sin decir palabra. Entendió.

-No, bueno, qué se yo… todavía no me había pasado algo groso. Algo que me diga “Listo, me vuelvo”. Creo, si, bueno, eso- Tartamudeó. Miente horrible.

domingo, 6 de noviembre de 2011

No Siempre está en el Norte - Primeros Bocetos


-Eu - Julián miraba fijo a través del umbral de la cocina.

-Eeeu - Los ojos de ella entornados, nerviosos, como diciendo "¡escuchalo, reaccioná!"

-¡Shul! ¡Julián! Se hierve el agua, boludín - Dijo Oscarcito, mientras le pegaba en el brazo.

-Dale, colgado, que el mate hervido es de cholo - siempre decía eso, el cholo Oscarcito. El ambiente se relajó cuando el flaco alto y sombrío, que solíamos llamar Julián o Shul, desaplastó el traste del banquito plástico y apagó la hornalla.

La de los ojos era Natalia. Una mujer a menor escala, perfectamente proporcionada. Era bellísima. Se vestía con ropa que le quedaba grande y aún así calentaba a los muchachos que la miraban desde lejos. Siempre con una taza de café o con un aroma muy fuerte a él. Nunca supimos qué era de la familia, aunque la versión oficial era que era la prima de Julián. Bueno, no, Natalia para más tarde.

Shul era un perchero. Un flaco con voz grave, alto, con el pelo lacio y castaño a lo calculín. Un metalero con olor a placard. Un tipo brillante en lo que quería. Nuestro amigo desde siempre. Era medio cursi, pero si por su cara fuera, nunca nos hubiéramos dado cuenta.

El lapso de catatonia pasó sin penas ni glorias. Podíamos molestarla a ella, podíamos molestarlo a él, pero no podíamos mencionar su relación. Hacerlo era algo totalmente peligroso. Digamos que el puente entre ellos era de papel de servilleta. Directamente evitábamos todo lo que tuviera que ver con charlar de su "parentesco".

Hacía poco que Shul se había vuelto desde El Norte. De una manera u otra, irse al norte para nosotros, los Del Sur, era una especie de obligación. Es un acto de valía, de crecimiento. En las tribus Onas a los niños no les ponían nombre hasta que podían cazar por sí mismos. A nosotros nos mandan a estudiar a otro lugar del país. A otro mundo mal fotocopiado del nuestro, a masticar una carrera y toneladas de apuntes. El nombre nos los ponen para el DNI y para que nos molesten las maestras por distraernos en clase.

Julián se fue a estudiar traductorado de inglés. Le gustaba la música y las películas en el idioma. Más que eso nunca manifestó ningún interés. Nunca lo escuchamos hablar o cantar en inglés. El último ni siquiera en geringoso. Pero bueno… Si le gusta…

-Gracias – le recibí el mate

-Qué, ¿no querés más?- me dijo, serio

-¿Por? ¡Sí, si es mi primer mate!- con lo que había esperado para mi turno de sorber, era la respuesta menos malintencionada que se me ocurrió.

-Si decís “Gracias” significa que no querés más- me dijo. Eso lo aprendió Allá.

Inclinando el terreno.

Hace dos horas que estoy orbitando la PC, y no se me ocurre nada para iniciar el blog.
Todas las palabras suenan baratas, todas las frases pre-armadas. Todo suena forzado.
Ahora mismo citaría a algún gran tutor, a una de esas grandes personas que todos los escritores parecen tener. "La hoja en blanco siempre es la más difícil" "La diferencia entre un escritor y el que no lo es, está en empezar a escribir". Ambas frases que encajan salidas de películas marca Venimos-después-del-chavo.
Me sorprendo viendo un video de Gloria Gaynor y hago la gran pregunta que nos define a los internautas. "¿Como mierda llegué a esto?". Es una expresión muy rica, es el "Qué carajos?" pero a un nivel superior. Es la sorpresa. Es ese momento preciso en que la lógica no alcanza, no puede atar los cabos. Es ese momento en que todos los pensamientos alternos, todos esos voleos que van fluyendo, qué vas a comer, tus vacaciones, tus responsabilidades, las ganas de comer unas papas fritas, y el aroma fuerte de lo que sea que tengas en tu casa desaparece. Y quedás vos y el monitor. La negrita bailando con un tremendo afro y un vestido hiper los ochenta. Acá, terminando el 2011, con smartphones, marchas al orgullo gay, gigantografías, apartitos plásticos para apretar el dentífrico desde atrás, y uno clavado mirando a Doña Gaynor.
Y ahí es donde nos damos cuenta que estamos en un mundo nuevo. Un termo donde podemos dejarnos vagar y nuestra mente puede saltar link a link hasta la Gloria.
Vuelvo al blog y me avergüenzo de leer. Así que, para inaugurar, va este botellazo de verborragia. Lo que salga como salga, encarnando un poco el espíritu de este blog.


Un blog que fue hecho para no apretar F5 en el facebook o el twitter.