sábado, 18 de febrero de 2012

Cba

Una vez me dijeron una frase que desprecié mucho. Con despreciar cabe adjuntar un resoplido burlón y una mirada de reojo seguida de una sonrisa sarcástica.

"Ya tendrás que aguantar a locas peor que yo". Mi madre. El regaño cotidiano y la frase sentenciando todo. "Sé elegir mi junta" le dije.

Bueno... No.

"LA TAPA. Bajen la tapa del inodoro". Aye, mi mejor amiga desde la secundaria. Baja estatura, ojos azules y una sonrisa estridente. Amor en estado puro y sin filtros. En su departamento nos estamos quedando en un viaje improvisado a Córdoba, a diez horas de colectivo desde La Plata. Su gato, Demóstenes, está tirado con las patas estiradas, como un cordero a la estaca, en el medio del living. "Hijo ¿qué hacés tirado?" le pregunta. Se acerca, lo samarrea. Va a la cocina, se llena de agua la mano y se la arroja el gato. "¡Son las 12 del mediodía, ya es hora de que te actives un poco". El gato odiando el universo.

"Hoy tengo que estudiar, así que desocupen la casa". Se entiende perfectamente, nos vamos.

Me llega un mensaje. "Estabas en mi sueño del cumple de mi secuestrada mama y supermercados antisemitas. Dejame vivir... estabas lindo igual". Mi novia, que se quedó en La Plata. Salimos a la calle, nos ataca el Febrero y la humedad asquerosísima. Vamos a encontrarnos a Fanis, una amiga del sur. Pasamos por una cafetería conocida y consumista. Consumimos y nos reímos de que somos consumistas. Nos encontramos con Fanis en la puerta de su casa. Nos invita a cocinar contentísima: hace milanesas de mijo con palta y tomate. Comemos, con un ventilador de frente. "El vecino de en frente me acosa. El otro día mandó una carta por abajo de la puerta invitándome a tomar mates. No sé como es la cosa." Nos reímos y seguimos comiendo.

La Rolo, que se llama en realidad Sofía, nos avisa que se está liberando. Que podemos ir al paseo de los artesanos. Nos ponemos de acuerdo, y cuando cae la tarde nos vemos ahí. Están con otros amigos de Río Grande, y salimos a dar vuelta. Hablamos de blasfemias, de hippismo, hablamos también de la belleza en las mujeres. Comemos pan relleno con salame. Nos separamos, nos encontramos con ellos y más gente de la Isla. A algunos es mejor perderlos que encontrarlos: por eso mismo insisto en perderlos. Compro "Las Venas Abiertas de América Latina".

Seguimos de gira, volvemos a lo de Aye. Está escuchando Nyan Cat y bailando. "Mirá, Demóstenes es el gatito del video". Lo agarra y le mueve las patas como si fuera el gatito rosado. El gato está acostumbradísimo. Nos vamos a juntar en éste departamento: es sábado. Todos hablamos como si fueramos españoles, con el vosotros y con verbos como "Haced" con malas palabras. "Mamadme la gónada" dice Fran. Rolo se ríe con potencia.

Fran se burla de Roger Waters. "Hola, soy Rogelio Aguas".

Mi madre nunca dijo que sería tan divertido.

jueves, 16 de febrero de 2012

El Tema


   “El tema se encuentra escribiendo”. Esa frase ya indica que el tema existe, pero que está oculto. Yo le pregunto al tema: ¿por qué te ocultás? ¿Qué le pasa al tema que tiene que dejar la transparencia y taparse con sombras hasta la nariz, deshilachando lo poco que queda de la integridad del escritor?
    
    Tiene miedo el tema, eso es lo que pasa.

miércoles, 15 de febrero de 2012

Querubín (Capítulo I)




-¿Coca de envase tiene?


-Si, dejala acá y agarrá de la heladera.


Zumba el ventilador y muy lentamente gira. Izquierda y derecha, como diciendo “No”. Como previendo el “No”.


El flaco, de un jean cortado por debajo de las rodillas, acalorado y silencioso, acaricia nervioso el arma que lleva en el cinturón. El domingo se extiende dos minutos más, hasta que el quiosquero sospecha del comprador inmóvil frente a la caja.


-Son seis con setenta- silencio – ¿estás bien?


De un salto, el muchacho saca el arma negra, brillosa por la humedad. El ruido del percutor y el silencio del tendero que se queda duro. Durísimo.


-¡S-s-saca la plata y ponela en una bolsa! ¡Rápido, mierda! – grita el ladrón. La orden no se hizo esperar. Levantando los alambres que retenían los billetes, suda el kiosquero. Un ejército de belgranos y san martines entran en una bolsa delgada de plástico. El calor afuera chilla en chicharras, y el aire está quieto. El tendero ve algo atrás de la estantería de las papas fritas, pero no se detiene. El sudor del miedo se mezcla con el calor y parece el kiosquero una botella de coca de vidrio olvidada fuera de la heladera.


-¡Apurate, carajo! – grita el delincuente poniendo la pistola de costado. Muy gángster el flaco. Otro movimiento se ve y una bolsa de fideos de moño truena en el piso detrás del ladrón. El aire tenso ahora asusta a los dos.


-¡¿Quién está ahi?! Salí o empiezo a disparar – clama, y comienza a insultar. El tendero no entiende, la policía por estos barrios nunca está. Y si está, no es para hacer heroísmos. El silencio otra vez y las chicharras enmudecen.


Dos segundos más, ruido de plástico y luces fluorecentes. El atracador toma la bolsa repleta sobre el mostrador pequeño y emprende retirada hacia la puerta de vidrio abierta, corriendo. Pero no llega a destino.


Se abalanza una sombra sobre él y comienza a forcejear. Es un hombre, y está tapado hasta la cabeza. Ondea detrás de él una capa oscura, y un pasamontañas de no menos de 20 años le cubre la cara. Por la espalda agarra al ladrón y levanta el brazo con el arma apuntando al techo. Un disparo se escapa y destruye un fluorecente. Alumbrado por la escasa luz de las siete de la tarde, los gritos y aullidos, los “pará” y “perolapú” del atrapado no resisten y el arma cae estrepitosa al piso.


La sombra le dobla el brazo hacia atrás con brusquedad y nada de sutileza.


- ¡Soltá la bolsa, carancho! Sooooltaaaaa… – gritó la sombra. Su voz era similar a la del hermano mayor del kiosquero, que supera el medio siglo de edad. El quizás hermano mayor, tuerce la mano del desarmado que suelta la bolsa. El héroe gira al flaco, lo empuja un poco y de una patada en los cuartos traseros lo envía para la calle.


- ¡Andá a estudiar, atorrante! ¡Inversión al pedo de tu madre, rajá, dale! – grita mientras hace un particular gesto con la mano. Con su mano dice “Y no vuelvas a hinchar los quinotos”, mientras el muchachito corre a lo largo de la vereda.


El tendero aún asombrado, ve caer la bolsa llena sobre su mostrador.


-Tome maestro. Con lo que cuesta juntar unos pesitos, que a un pibe le agarra la chiripiorca y uno pierde todo. Ésto no se puede, ¿no cierto?.


El agradecido asiente aún incrédulo. -Muchas gracias, don. No… no sé como pagarle lo que hizo, la verdad… ¡fue tremendo!


- Meh, ni que tanto. Pendejos… uno los cría, los trata bien toda la vida, les cambia los pañales cagados, los aconseja y al final… esto. Bueno… yo ya terminé acá entonces. Deme un Marlboro veinte, ya que está.


Ahora se lo veía claramente. Pelo blanquecino, arrugas bajo la máscara y una “Q” enorme en el pecho, bordada prolijamente. Un cinturón de carpintero con una pinza de alambres, una cinta de aislar, y una macana improvisada con un palo y gomaespuma.


- Lléveselo gratis, maestro. Es lo menos que puedo hacer.


- Nah, nah, no joda. Tome… ¡tomá! – El hombre de la Q extendía un billete de diez. – ¡Mire que lo dejo acá! – amenazó risueño.


El kiosquero se negó y el héroe dejó un billete debajo de un alfajor de chocolate blanco. Mientras pasaba por la puerta, giró hacia atrás.


- Y si le preguntan, mi nombre es Querubín. Que-ru-bín, como la lavandina – Dijo, mientras desaparecía detrás de la sombra del sauce de afuera.

viernes, 10 de febrero de 2012

El Argentino Es.

Murió Spinetta.

Así me recibió un taxista en Capital Federal, antes de llevarme a buscar mi Orsai.ç

¿Cuándo? Recién, no sé, se lo llevó el cáncer de pulmón que tenía.

Bien, gracias. Llevo 3 años desmenuzando a spinetta CD por CD, aprendiendo canciones suyas, tocando con Panaderos sus temas (Panaderos Ensoñados es un tema de él).
No filtró. Me tiró el yunque sin preámbulos. Ni siquiera le había indicado el destino. Así de bruto fue. Lentes gruesísimos, pelo con chispas blanquecinas y una camisa cubriendo un cuerpito flaco y encorvado.

No soy muy del Rock Nacional yo.

Es decir, la noticia no vino de un fanático, no me la dijo el Dany, no me lo dijo un cuento hermoso, no me lo dijo una historieta emocionante. Me lo dijo alguien que no es muy del Rock Nacional. Qué sabría él, no le puedo echar la culpa.

Una cagada. Eso nomás le digo, y me guardo todo los encontronazos que llevo en el pecho. Pasa un rato. En la radio, una mina le dedica una parte de "muchacha ojos de papel" a Spinetta. Tu muchacha ojos de papel está llorando por vos.

Me río. Lo chistoso, digo, es que la canción de Muchacha Ojos de Papel es machista. Lo dice el flaco en un documental: "Construirle un castillo en el vientre es hacerle un pibe! encima, a la pobre piba le quiero afanar un color".

Y bue, resopla el taxista. El Argentino es machista.

Que macana. Soy argentino, así que aprecio a una mujer solo por su cuerpo. Mi destino me dice que tendría que exigirle a mi madre que deje su enseñanza en comunicación y su trabajo como encargada para dedicarse a la cocina. Si soy generoso, que siga con la pedagogía en un jardín de infantes. Pucha, el Argentino también es quejoso, así que tendría que estar meta "no, porque las calles son una cagada, porque donde ponés el culo para comer te cagan con el precio. Pero que esta película es una mierda, pero esa mina que usa pantalón blanco seguro quiere guerra (se pueden fusionar las cosas que hacen los argentino, viste)"

Ah, también soy impuntual. Eso era antes de ser argentino, pero ahora tengo una excusa. Entro tarde a la facultad "perdonen todos, soy argentino". SOY UN CHAMUYERO, atento gente. Los argentinos somos chamuyeros. De alma, somos unos piolas bárbaros, que siempre queremos sacar ventaja. Nos metemos en la cola. ¡Qué me grita señora! ¡Me cuelo porque soy argentino! ¿¡no entiende!?

También somos agrandados. El argentino es agrandado, porque sabe que él es mejor. Chauvinista, y es un concepto que sé y vos no. O sea, soy mejor que vos. Discuto con todos porque la tengo más clara. ¿Qué? decir que no somos agrandados es una estupidez. No cerralo vos. No entendés nada, soy argentino.


Señor taxista. Vayase bien a la re concha de su putísima madre. Metasé en un pozo de lava junto con su coche, su relojito y su malla para masajes de respaldo. Sus lentes y su mujer, que seguro es una pelotuda de mierda.

El Argentino es muuuuy maleducado.








miércoles, 8 de febrero de 2012

OrsaiBar

    

    En algún comentario, en alguno de los lugares para comentar (la fugacidad de la internés es así, vió) dije solemne que haría una crítica del Orsai Bar, como haría el personaje crítico de restaurants de Ratatouille, Mr. Ego. Aqui les va:

jueves, 2 de febrero de 2012

Neuro

Señor o Señora lector. Lo abajo escrito representa un estado de bloqueo, superado por un desconecto sobrio y voluntario del consciente. Es lo que se llama, casi despectivamente, un texto catártico. Es inédito y apenas con corrección ortográfica: mi orgullo me obliga a aclarar dicha naturaleza y a seguir con su vida, si no es un buen momento para sentirse miserable. Muchas gracias.