lunes, 18 de junio de 2012

Un Corto


Se me viene a la cabeza un corto. Sin logo, sin título: arranca.

   Una nena de entre 5 y 6 años en piyama manejando una pava de agua como puede. Vapor en una casa con la luz tenue. Llena una taza de te en una bandeja con dos tostadas untadas con manteca y dulce de durazno.

Corte

   Una señora muy vieja, vestida de negro, con aros de perla, el pelo blanquecino fino y una cartera negra. Está, vista desde abajo, intentando de bajar las escaleras. Paso a paso, agarrándose de donde puede. Y a mitad del descenso, mira lo que ha bajado y sonríe.

Corte

  Una mujer jóven, despeinada y con cara de rasgos puneños, con la cara enfocada, una montaña ocre coloreando su cielo, y ella pintando con pincel. Un cuadro de un hombre de mediana edad, de los mismos rasgos, con una guitarra y una sonrisa plena que la mira con intriga y algarabía.

Corte

   Un muchacho asiático comprando en un supermercado. La cajera ni siquiera lo mira. El embolsa. Pasa unos fideos, una caja de leche, una bandeja de pollo. Cuando pasa el chocolate, el muchacho deja de embolsar, y lo abre. Muerde un trozo y cierra los ojos, lo disfruta. La cajera sigue pasando sin darse cuenta. El chico le toca el hombre, y le extiende un pedazo abundante. Ella se queda quieta un par de segundos, se ríe y lo recibe.

Corte

Un hombre a medio despintarse de payaso, en la puerta de una escuela, de cuclillas atándole los cordones a un niño de mirada sagaz, con una mochila pintada con acrílicos.

Corte

Un hombre inmenso, que apenas cabe en una silla, con la mirada fruncida en un muñeco pequeño. El plástico está añejo, la tela que servía de tela se ve desteñida en algunas partes. La mirada del muñeco está perdida mientras el hombre le pone sus zapatos relucientes. Se levanta y camina por un pasillo hacia la cocina de su casa con las manos gigantescas cubriendo por completo el juguete. Una chica cocina a las apuradas. El le dice algo, y ella se queda quieta. El la hace sentarse y cuando lo hacen, descubre al hombrecito de plástico. Ella lo toma, lo mira, y sonríe a la vez que comienza a llorar.

Corte

Un chico espera perturbado en la sala de una clínica. Un enfermero lo hace pasar, y se encuentra con un hombre mayor, muy débil y delgado, con pelo escaso y con las mejillas pintadas como rambo. Una sonrisa amplia y tranquilizadora. El se acerca, y el le dice: y será la única voz del corto.

"No hace falta nada, para ser alguien".

Final.

0 comentarios:

Publicar un comentario