domingo, 20 de mayo de 2012

La Nueva Lectura Online



La realidad sorprende estos años con un fenómeno que, si bien no abarca a todo el planeta, reúne a una gran parte de la población mundial: Internet. Ésta red que interconecta información libre y de maneras gratuitas, sin restricciones para la mayoría de los paises, trajo varias dudas a los paradigmas clásicos y modernos de la literatura y el academicismo. Entre ellos encontramos el de la lectura y la necesidad de rever las características de la misma.
La estructura de los textos, de los contenidos y del fin que se persigue con ellos toma un rumbo inédito. La lectura, desde los tipos móviles de Gutenberg, fue limitada y paga. Era por entonces celosamente guardada y filtrada por las monarquías y las iglesias. Con el pasar de los años las nuevas gacetillas buscaron ampliar la masa de lectores, sin embargo, la información seguía teniendo un tope delimitado y una periodicidad. Cabe mencionar también los altísimos porcentajes de analfabetos de la época. Hasta entonces los formatos eran costosos de reproducir y sufrían cambios para su mejor venta o impresión. Nos es obvio, a su vez, que comenzaban por la tapa y terminaban por la contra tapa. Ni más, ni menos.
Terminando la guerra fría internet sale a la luz, aunque sin trascendencia inmediata. Es visto por profesionales como una serie de datos que viajan de un punto a otro en formas cifradas, en código binario. A medida que los hogares comienzan a manejar las conexiones dial-up, y los padres comienzan a dejar a sus hijos utilizar el internet más allá de los amenazantes virus, esa visión mecánica y utilitarista comienza a perder fuerza. En el 2011 ya podemos afirmar que hay jóvenes adultos que se criaron desde muy pequeños con internet en sus hogares y tienen una cultura adecuada al medio.
            Hoy en día, la Web es utilizada para casi todas las actividades que incluyan la comunicación: el periodismo, el cine, la música y la literatura como algunos ejemplos. Por esta razón la población mundial con acceso a un aparato con conexión se vio obligada a formar parte: incluso el núcleo duro de apáticos a las tecnologías tiene un correo electrónico o recurre a algún buscador online para adquirir información. En éste ensayo se intentará analizar uno de los cambios particulares de este medio, el cual ha traído consigo oportunidades antes imposibles y una nueva cultura: ¿Qué significa leer por internet?
            La tendencia general a la palabra “Lectura” nos lleva a pensar en libros completos, apuntes, o medios gráficos. El espectro de las nuevas lecturas en línea es más amplio y a la vez más reducido. Es más amplio en lo que a cantidad de información y opciones respecta: la cantidad de páginas web es prácticamente imposible de dimensionar y mucho menos lo es el contenido dentro de ellas. Aún así, el acceso es facilitado por una serie de buscadores entre los que resaltan Google, Yahoo!, entre otros. Es más acotado, por otro lado, en cuanto a la atención o la cantidad de información se toma como relevante. El problema principal de los usuarios del actual Internet no es la disponibilidad de información, sino el orden de la misma y la selección de aquello que se busca o requiere. Se tiene mucha información, pero hay que encontrar la que se busca.
            La lectura en línea es permanente y veloz. Puede juzgarse, a su vez, como superficial: es una búsqueda constante y esporádica. Es también objeto de análisis la preferencia de la lectura en papel. En general, las personas de uso seguido de internet no dudarían en elegir la impresión a la hora de leer un libro o estudiar un texto intensivamente. Este ensayo pretende, también, demostrar que es erróneo catalogar la nueva lectura como un efecto negativo o una deformación de la comunicación escrita. Simplemente persigue otros fines, complementarios con la “Lectura” tradicionalmente conceptualizada. El fin de la lectura en línea no es informar, transmitir ideas ni generar sentimientos: el fin es acercarnos a los textos que sí lo hacen y también a los autores y críticos de ellos. Mediante foros temáticos, redes sociales, páginas dedicadas o inclusive video blogs en páginas como YouTube o Vimeo, podemos conectarnos a la información deseada. Inclusive, es posible tomar contacto con escritores, críticos, directores o simples lectores con otras perspectivas: todo mediante Twitter, Tumblr o Facebook en menor medida. Todas medidas que enriquecen la lectura y la comprensión de la información.
            Ésta nueva modalidad también aporta a lo que rodea al texto: se puede conocer a los autores desde distintos puntos de vista, se puede entender un contexto mediante páginas informativas o enciclopédicas, como Wikipedia, concluyendo en una ubicación más integral de lo que se está leyendo. Es fácil entender qué, cómo y por qué la información está donde está y fue escrita como lo fue. Todo gracias a una lectura fugaz en internet. No es raro que el lector descubra temas de interés, que luego podrá estudiar más exhaustivamente y llegar a leer en cualquier plataforma.
            Otra contribución de la lectura y escritura on-line es la falta de modificaciones ajenas en el material. Son conocidas la tergiversación de información y las erróneas interpretaciones de los textos en sus distintas ediciones o traducciones. También las correcciones que puede sufrir el escrito a la hora de ser editado para la impresión alteran el contenido, esencial en algunos casos. (Para ejemplos, tipear “Error en la traducción” en el recuadro de búsqueda de www.Google.com). El texto que se presenta en línea está directamente relacionado con el interés de quién allí lo expone y, en los casos de ser publicados por su autor, no busca otro objeto sino el que le asignase a la hora de escribirlo. Éste fenómeno es más visible en los blogs personales o las redes sociales.
            Como toda herramienta de conocimiento, los usuarios deben tener una actitud razonable frente a la información. Reconociendo la infinidad de autores es casi inevitable instar a la mirada crítica de todo aquello que se presenta en la computadora. Si bien en los primeros años de formación académica, como la primaria o la secundaria, las personas no diferencian y discriminan la información, la adquisición del hábito se consigue fácilmente con la experiencia. Una idea saludable para la modernización de las instituciones puede ser enseñar métodos de búsqueda y reconocimiento crítico en internet.
            Como reacción a las nuevas formas de lectura y escritura, surgen una serie de mitos y supersticiones sobre el fenómeno, en manos de aquellos que las desconocen. La degradación del lenguaje y la adquisición de información errónea son los ejemplos más mencionados por docentes reacios a las nuevas tecnologías. No es falso el hecho de el uso del idioma abreviado o diferente con el fin de agilizar la escritura, sin embargo, hablar de una deformación del lenguaje o de el establecimiento de una forma de escritura errada en todos los ámbitos es, sin duda, una idea exagerada. Como los registros formales e informales, y las variaciones de los mismos, el registro virtual se adecúa a las necesidades del medio y siempre se es consciente de su uso. Con normalidad, cualquier usuario que escriba puede variar entre esos registros y dejar de lado las abreviaciones y las expresiones virtuales para retomar el idioma tal y como se le fue enseñado. La utilización de información errónea o de fuentes desconfiables tampoco es un dato falso, pero también es exagerado y omitiría el verdadero motivo por el que sucede. Como se ha mencionado anteriormente, la multiplicidad y facilidad con la cual es posible publicar información puede traer consigo la existencia de datos escritos con poco fundamento histórico o real. Es aquí donde ingresa el deber del usuario: seleccionar la información y reconocer aquella que está incompleta o no responde a lo que busca. Es posible, además, que la información muchas veces no sea errónea, sino que su subjetividad no responda a la del lector. En ese caso, la información sería deshecha siendo quizá tan o más real que la que se intenta explicar. Aunque no se pueda comprobar que la información siempre sea real, afirmar que sólo por ser extraída de internet es falsa, errónea o incompleta es falso. Es posible que sea un estereotipo heredado desde la idea de que quién tiene la cultura y la educación, además de los medios económicos, para constituir un libro o enciclopedia es más confiable que alguien que la construye bajo sus propios méritos y estudios de accesos baratos o gratuitos: subestimación que amerita un ensayo aparte.
            Concluyendo, la lectura online es una técnica actual que se diferencia ampliamente de la “lectura” en el concepto tradicional de libro o prensa. Éste método es una búsqueda y selección permanente de información que tiende a extender el área de lectura de los usuarios, a la vez que les facilita la tarea de encontrar aquello que precisan. Si bien los textos impresos ocupan hoy la preferencia en lo que se refiere a libros o apuntes catedráticos, el medio en línea de rastreo y expansión del conocimiento no tanto específico, sino integral, es una herramienta más que enriquecedora. Adquiridas las competencias para un uso crítico y superados los prejuicios de su carácter no convencional, Internet es uno de los hitos que definirá, en un futuro cercano, la cultura y la educación mundial. Queda en las instituciones de turno el deber de reconocer el medio como uno de los más enriquecedores, y, en pos de ello, generar políticas y programas educativos que admiren el uso de Internet como se reconoce a los libros o a cualquier otro tipo de comunicación. Una correcta conceptualización de la problemática virtual y sus soluciones, puede brindar oportunidades casi ilimitadas en lo social y cultural. Hoy saber leer no es simplemente reconocer los símbolos, sino entender aquello que rodea al significado. La lectura online es, para éste ensayo, el hecho más grande de expresión y acceso a distintos niveles de información, y, junto a su aporte de acercamiento lector-escritor, representan la reestructuración de la lengua escrita.

Ponencia en un congreso del CILE en la Facultad de Comunicación Social de la UNLP, 2011

Bruno Martínez

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