jueves, 10 de noviembre de 2011

Varieté

El nombre suena a variedad. A cosas mezcladas, a potpurrí. Suena a algo francés también. Muy lo primero, nada lo segundo. En La Plata, si existe un lugar de penumbras donde se reúne esa especie de nueva bohemia, es ahí. El Nuevo Varieté (el viejo está al lado, y lo cerraron vaya a saber por qué).
La ciudad se oscurece en esa cuadra. Ahí vamos a tocar con la banda, Panaderos Ensoñados. El nombre lo sacamos de un tema de Spinetta que se llama igual. Y el cantante y segundo guitarrista, fundador, es el Dany: Es el hombre mayor, muy politizado y afectado por los 70' hasta la médula, que vende panes rellenos en la facultad de Comunicación Social dónde voy (Por eso lo de panaderos, lector poco audaz). Pero el Dany queda para otra entrada, cuando no tenga novedades que contar y quiera repasar la gente hermosa que he conocido en esta nueva época.

Tocamos hace un rato, La noche del jueves a madrugada del viernes. Vamos algo así como 10 p.m. y en el tugurio estamos nosotros solos y el sonidista. El bolichito no tiene más de 6 o 7 metros de ancho, y unos cuantos de largo. Mesas a los costados (bastante rústicas), barra al fondo y el escenario chiquitísimo entre la barra y las mesas, a un costado. Es la mitad del ya angosto pasillito. Las paredes son de cemento sin mucho arreglo, pintadas muy por gente voluntaria, con dibujos y frases azarosas que buscan profundidad. De las que se escriben pensando "el que lea esto se va a replantear su vida". Yo siempre considero que son partes de canciones.

El Chori y Dany le tienen mucho afecto al Varieté, porque ahi tocaron muchas veces y son amigos de los que organizan las tocadas. Por lo que, buscando tocar ahí antes de fin de año, la única fecha que consiguieron fue hoy, un jueves en época de parciales en las facultades. Así que ahí llegamos, algunos cansados, otros muy cansados. El ajetreo de la semana nos tiene bastante secos, deduzco.

Entra un pibe que me hace acordar a Waldo, un amigo de Río Grande, y Dany nos lo presenta. El flaco, Sebastián, y va a tocar de solista antes que nosotros. Lo saludamos y desaparece en alguno de los pasillos detrás del escenario.

Enchufamos todo, probamos el sonido y zapamos un rato. Sonamos bastante bien, aunque yo no me termine de saber los temas, y Pablito, el baterista, se pierda en los cortes y los silencios. Hacemos covers de bandas de los 60 y los 70. Temas desconocidos de bandas que sacaron sólo un CD, como Huinca. Los muchachos se bajan, y yo me quedo tocando la batería horriblemente, a destiempo y fallando en todos los intentos de parecer un prodigio.

No viene nadie. Emiliano, que de nosotros es el más serio con el tema de la banda, se empieza a inquietar. "Está re muerto" dice, un poco frustrado y un poco a lo ya fue.

Yo comí mucho a la mañana, por lo que estuve toda la tarde en ayuno. Le pido a alguno de los chicos que me acompañe a comprar algo de comer, y Pablito (el batero, para que no tenga que volver a buscar) con su amigo que lo vino a ver con la novia, van conmigo.

En un localcito a una cuadra de casa (el Varieté está a 5) venden comida rápida promocionada en hojas A4 escritas en Calibri. "Superhamburguesa Completa $13". Una ganga para lo que parecía el nombre. La esperamos afuera y nos matamos de risa hablando cosas de pendejos. Escuchamos al amigo de Pablito, que sinceramente no recuerdo el apodo con que lo llamamos, dramatizar al cantante de Hermética cagando. Es una figura muy bizarra, pero suficiente como para hacernos
reír hasta que duela la quijada.

Me pongo a comer, convido y a los chicos les da hambre. Compramos papas entre todos y mientras esperamos cae un patrullero. Hubo uno de esos lapsos extraños, de "qué pasa" y "háganse los boludos" cuando en realidad no estabamos haciendo absolutamente nada fuera de la ley (considerando que la superhamburguesa no era un atentado a la salud pública).

Los policías se bajan y entran en el sucucho a comprar comida. Terminamos las papas y ellos se van justo cuando acabamos. Jugando, nuestro compañero con la novia chocan a un covani (como insistía en llamarlos) y uno de los policías dice, pasandonos, "y... el amor es así". Me sorprendí de la buena fe. Arrancamos de vuelta al Varieté.

Sale Emiliano, el bajista, y nos dice: "Esta re muerto adentro" medio riendose, medio decepcionado. Las últimas fechas siempre algo lo hace sentir mal o desconforme. Sus proyectos son otros. Ya adentro tomamos un poco de vino, y empezamos a escuchar a Sebastián, que canta sólo con su guitarra. Al principio desconfié un poco, pero a medida que lo escuchaba, me sorprendí. El flaco canta muy afinado, y la guitarra suena muy prolija. Es un músico muy bueno.
Lo aplaudimos los 6 o 7 que lo escuchamos. Se rie y está dentro de todo tranquilo. "Tengo un grupo de amigos que tocamos donde podemos, haya gente o no" dice riendose. Dany, cálido y atolondrado como es, le dice "Bueno, ¡ahora habemos! ¡te estamos escuchando acá!". El flaco se rie y sigue tocando una música muy Radiohead voladora. Todos los temas, me entero después, los compuso él.

Termina de tocar y en un segundo hay gente. Unos cuantos borrachines gritones, de rostros endurecidos pero con ganas de ponerle garra a los primeros que se ofrezcan a utilizar un escenario, poblan las mesitas contra las paredes. Uno en particular, risueño y treintón, vestido con toda ropa adidas desgastada, se para sólo frente a Sebastián y sigue el ritmo con el dedo. Le sonríe y le grita algo sobre "que toque una de Pappo". Seba no entiende, y termina de tocar.
Pasa un rato, lo felicitamos porque tocó muy bien, y ocupamos nuestros puestos.

De repente el publico grita y más que animarnos nos asusta un poco: algunos parecen más que amigables. No se ve nada desde la silla donde toco el teclado. Un reflector enorme me da de frente y no me deja ver al público. No sé si hay muchos, pocos, o si todavía estoy en el Varieté y no me transporté a ningún otro universo.

Comenzamos a tocar. "El tema de Aquelarre" susurran. Nunca reconocí los temas por el nombre, Dany me los dio en un CD de audio por lo que están distinguidos más que por el 01, 02 o 03. él escucha todo en una de esas radios con manijita, las que no reconocen CD con mp3. Arrancan y reconozco los primeros compases y comienzo a tocar con ellos. Sonamos bien.

Se escucha un loco que grita desquiciado y ronco. "¡QUIERO ROOOOOOOOCK!" escupe el amigo. Da pasos cortos y secos, con las patas cruzadas. Es un pelado con lentes y una campera de cuero que lo hace parecer lomudo. Todo cambia cuando se le ven dos piernas muy angostas y un cuerpo que parece estar por desaparecer. Está durísimo.

Tocamos uno, dos, tres temas, y aparecen mujeres desde la misma nada. Caen al Varieté algo así como a las 2 de la mañana. Gente que entra y nos ve: Un hombre en sus pasados 50, vistiendo una boina con un pin de Los Beatles, un flaco con rastas hasta los homóplatos (el Chori), otro con una cara tremenda de turco enroscado con el bajo (Emi), un baterista petiso con una campera de jean emparchada con "Horcas" "Hermética" "Sepultura" y otros avalorios de metalero cabeza (Pablito) y yo, con una remera negra manga corta, la melena recogida muy desprolija y un par de lentes más nerds de lo que me gustaría. Los cinco tocando rock de los 60' al estilo Pescado Rabioso, de Spinetta. Un show.

El pelado comienza a acercarse y a gritar pegado al escenario, sólo. Le pone onda el pelado, pero como pasa con los dados vuelta: se pone pesado. Después de interrumpirnos un montón de veces, se sube "a cantar" en medio de un tema. Creo que cantaba algo de Almafuerte, si no me equivoco. Dany hizo un gesto de "paremos, chicos" pero nosotros seguimos sin ni siquiera bajar el ritmo.

Si estábamos arriba era para tocar.

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