domingo, 6 de noviembre de 2011

No Siempre está en el Norte - Primeros Bocetos


-Eu - Julián miraba fijo a través del umbral de la cocina.

-Eeeu - Los ojos de ella entornados, nerviosos, como diciendo "¡escuchalo, reaccioná!"

-¡Shul! ¡Julián! Se hierve el agua, boludín - Dijo Oscarcito, mientras le pegaba en el brazo.

-Dale, colgado, que el mate hervido es de cholo - siempre decía eso, el cholo Oscarcito. El ambiente se relajó cuando el flaco alto y sombrío, que solíamos llamar Julián o Shul, desaplastó el traste del banquito plástico y apagó la hornalla.

La de los ojos era Natalia. Una mujer a menor escala, perfectamente proporcionada. Era bellísima. Se vestía con ropa que le quedaba grande y aún así calentaba a los muchachos que la miraban desde lejos. Siempre con una taza de café o con un aroma muy fuerte a él. Nunca supimos qué era de la familia, aunque la versión oficial era que era la prima de Julián. Bueno, no, Natalia para más tarde.

Shul era un perchero. Un flaco con voz grave, alto, con el pelo lacio y castaño a lo calculín. Un metalero con olor a placard. Un tipo brillante en lo que quería. Nuestro amigo desde siempre. Era medio cursi, pero si por su cara fuera, nunca nos hubiéramos dado cuenta.

El lapso de catatonia pasó sin penas ni glorias. Podíamos molestarla a ella, podíamos molestarlo a él, pero no podíamos mencionar su relación. Hacerlo era algo totalmente peligroso. Digamos que el puente entre ellos era de papel de servilleta. Directamente evitábamos todo lo que tuviera que ver con charlar de su "parentesco".

Hacía poco que Shul se había vuelto desde El Norte. De una manera u otra, irse al norte para nosotros, los Del Sur, era una especie de obligación. Es un acto de valía, de crecimiento. En las tribus Onas a los niños no les ponían nombre hasta que podían cazar por sí mismos. A nosotros nos mandan a estudiar a otro lugar del país. A otro mundo mal fotocopiado del nuestro, a masticar una carrera y toneladas de apuntes. El nombre nos los ponen para el DNI y para que nos molesten las maestras por distraernos en clase.

Julián se fue a estudiar traductorado de inglés. Le gustaba la música y las películas en el idioma. Más que eso nunca manifestó ningún interés. Nunca lo escuchamos hablar o cantar en inglés. El último ni siquiera en geringoso. Pero bueno… Si le gusta…

-Gracias – le recibí el mate

-Qué, ¿no querés más?- me dijo, serio

-¿Por? ¡Sí, si es mi primer mate!- con lo que había esperado para mi turno de sorber, era la respuesta menos malintencionada que se me ocurrió.

-Si decís “Gracias” significa que no querés más- me dijo. Eso lo aprendió Allá.

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