sábado, 26 de noviembre de 2011

Allegro ma non Troppo

Me sorprendieron esta mañana con un comunicado.
Entre sábanas y mi novia, atendí el teléfono poco antes de darme cuenta que estaba sonando. Era Dany, preguntando si seguía vivo, y que no me olvide que hoy teníamos que ir a tocar con Panaderos Ensoñados a Ensenada.
Sé que muchos me van a entender cuando digo que la banda se había borrado de mi cabeza de tal manera que la fecha y el ensayo del día anterior (al que falté) no estuvieron en ninguno de mis planes.
Es en Ensenada, que queda lejos de acá, de La Plata. Nos ponemos de acuerdo, y arreglamos que voy yo para allá y salimos.

Terminamos de cocinar nuestro tardío almuerzo (3 p.m.), una ensalada césar de puta madre y un trío de tortillas violentas, todo para tres personas. Comemos, charlamos con unos amigos que vienen de paso, y salgo.

Se hace tarde, pasan los minutos en lo de Dany, que insiste por mostrarnos todas las remodelaciones que está haciendo o por hacer: está emocionado. Que esta puerta estaba atrás,¿ te acordás? y aca vamos a romper, y ¿no te das cuenta de nada nuevo? acá había una pared, si, y ya me pusieron el agua. Entre todo el barullo, y con la puerta abierta, se asoma un abuelito. "¡Alberto! ¡Cómo anda maestro!" le dice Dany. El viejito da un paso para adentro y lo veo más claro, gracias a la luz de los tubos blancos.

Alberto está vestido con un saco, pantalon de vestir y boina beige. Dice que viene de la reunión de los sábados, y sin preámbulos, arranca a cantar "Mi Buenos Aires Querido", con un falsete muy particular. Canta a capella, y lo hace bastante bien. Yo me quedo duro, estos personajes no los he visto en mi vida, ni acá, ni en la tele, ni siquiera en las películas. Nadie me enseñó a recibir a un hombre mayor cantando tango. Nadie me dijo que era posible encontrar gente con tanto ímpetu para mostrar le que sabe hacer, y con tan poca malicia. Él no temía ser burlado, no temía ser discriminado ni odiado. Lo cantó entero y haciendo todos los silencios correspondientes. Nos reímos de incrédulos y de conmovidos por este hombre.

Cuando comenzó a hablar, la voz se le desmantelaba y derrapaba. Era muy viejo. "Alberto escribe aforismos" dice Dany, buscando unir personas. A Alberto le gusta la idea y nos dice que va a buscar unas fotocopias para regalarnos. Nos da unas hojas escritas en máquina de escribir con dos carillas tamaño carta repletas de frases cortas. Algunas de ellas magníficas, otras mas sencillas. Al final de la entrada, irán las que recuerdo, ya que en el traqueteo del toque las perdí.*

Ya sin el ancianito, charlamos del destino de la banda, que ya se tornó algo bastante extraño, hasta que vino Ernesto, o "El Ernes".


Ernesto es un flaco de pelo largo negro, lo conozco por una amiga de Río Grande. Lo único que realmente sé de él, es que es un músico excelente. Varias veces caíamos en lo de Meli, esta chica de Río Grande, y terminábamos zapando dirigidos por el. Un tipo al que admiré desde que lo oí con una guitarra. El y su banda Orpheo (u Orfeo) iban a tocar después de nosotros.

Se llevan todos los instrumentos y nosotros nos tomamos un colectivo, oportunamente repleto.
Dany, en su simpatía de charlar con los choferes, paraba unos segundos para atinarle a su petaca de whisky "El Criador". Ayuda a cantar, asegura.

Cuando llegamos a este lugar, la entrada me sorprende. Es una puerta de reja, sola entre dos edificios tan grises como el resto de la cuadra. Está toda pintada como los viejos bares tangueros, con esos firuletes, que si no me falla la cultura, se llaman fileteado.

Allegro ma non Troppo reza una pintura sobre la entrada, y le sigue un pasillo largo hasta el centro de la manzana. Pasamos, caminamos entre masetitas con plantas que nunca parece voy a distinguir, y llegamos hasta un espacio más amplio. Era hermoso.

Cabe aclarar que la hermosura no es como la que se encuentra en el glaciar Perito Moreno, en las pirámides egipcias ni mucho menos en un Sheraton junto a la plaza San Martín, en Mendoza.
Es la belleza del lugar donde se tiene permiso.

Es una casa recuperada y reconstruida nos comenta Nestor, el pelado que nos recibe con una sonrisota. En una cuestión familiar, entre traqueteos, pudo comprar la casa a un precio bajísimo, aunque destruida. Él ,y si no me equivoco su mujer, reconstruyeron todo y le dieron el matiz de centro cultural. Lo más parecido a una casa abierta. "Gracias por darnos el lugar" dice Dany, "El lugar es suyo" le responde Nestor, aunque yo ya lo sentí desde la puerta solitaria que daba a la calle.

Nos ponemos a charlar con los muchachos de Orpheo, con Ernes y con los nuestros: El Chori, Emi y Pablito. Estamos tranquilos, compramos una cerveza y compartimos.

El centro tiene colores oscuros, pero muy alegres: bordó algunas paredes, amarillo y ese verde inglés que parece distinguir tanto los centros culturales. Todo eso envolvía un saloncito donde tocaríamos: las mesas dentro no superaban las cinco. hay una bicicleta para nene colgada en una de las paredes, singles de vinilo en la pared opuesta, junto a unas cuantas fotografías artísticas de un curso que se da dentro.

En los traqueteos de la espera, Dany nos presenta a la chica que nos conectó con el centro para organizar la tocada. Luciana, una piba chiquita y con un gesto muy vivaz. Nos mira y nos saluda muy simpáticamente. Me reconoce, vamos a la misma facultad aunque ella me lleva un año. Como para no verme, con tremenda maraña de rulos no paso muy desapercibido. Se ríe. Nos ponemos a hablar un poco de la facu, un poco del centro y le comento mis proyectos.

Si hay algo que aprendí este año en La Plata, es que la forma de encontrar gente compatible para lograr un sueño, es andar contándoselo a todos. Le comento de mi idea de un blog para publicar escritor (muy por encima) la idea del canal online, y hasta la de hacer un videojuego. "Que bueno! eso le va a interesar a mi novio, es programador." Ahi está. Ese es el fruto de dar un paso más del que se está dando. Le comento esto mismo, y concuerda conmigo. Hablamos un poco de política estudiantil, y me dice que es la chica más friki que puede haber. En mi mundo, eso habla muy bien de ella.

Ella organiza algunas cosas del centro, por lo tanto entiende de entrada lo que quiero hacer, y le interesa. Pasamos facebook y se va a seguir por ahí. Retomo nuestra charla con Panaderos.
El Para, el amigo del baterista que siempre va con su novia, (que recién me entero se llama Morena y no "Petisa" o "Eu") están conmigo sentados y nos matamos de risa. Hablamos payasadas, hacemos chistes de música o de comida.

Nos dicen que probemos instrumentos, conectamos y lo hacemos. Suena bastante bien, aunque otra vez, no me escucho. Pero no pasa nada.

Volvemos a las mesas, y nos pedimos algo de comer: Hay pizza, o sopas paraguayas. Yo, comiendo pizza más de una vez por semana, opto por la sopa. Les hago probar a todos, ya que yo estaba seguro de que es buena. A todos les gusta, pedimos 3 en total, y comemos.

Pasamos otro rato de charlas y de vino. El chori se me para al lado: "Qué ganas de tocar la guitarra" me dice. Me paro automático. "Vamos, zapemos" le digo. Nos acercamos, conectamos todo, y arrancamos bajito.

Se prende Emiliano, con el bajo, y Pablo haciendo fuerza para no volcarse al trash-metal. Algo hacemos. La situación es propicia para comenzar a tocar, Dany se asoma al micrófono, nos presenta. Toma la guitarra de Ernesto, que la presta voluntarioso, y entre un par de palabras, comenzamos a tocar.
Sonamos como siempre, aunque tenemos un par de errores. Ya llega el punto en que nos reímos, y terminamos un tema a la mitad. Cosas que a cualquiera que esté esperando tocar en serio le serían totalmente molestas y vergonzosas. A mí me molestó poco, eramos conocidos entre todos. Pero en fin, no fue lo mejor que pudo ser.

Terminamos de tocar, y pasa Ernesto con Matias, el baterista, y sinceramente no me acuerdo el nombre del bajista, un pelado de barba candado, muy encontrable en un bar tomando cerveza artesanal.
Comenzaron a tocar, y descocieron: muy prolijos, muy polenta, con subidas y bajadas, cortes y arranques muy fuertes. Ernesto que canta bárbaro, la verdad, un show. Más allá de que se le haya cortado una cuerda en medio de la tocada.

El ambiente era muy de entre amigos, por más que no conozcamos a la mitad de la gente de ahí. Todos estabamos tranquilos y sin verdaderas presiones. Yo personalmente, me sentí en un hogar. Así juzgo yo a Allegro ma non Troppo, un centro cultural en Ensenada que hoy atravesó Panaderos Ensoñados. Gente con mucho cariño a lo que hace, una predisposición que no se encuentra en todos lados, y gente muy dada para una buena charla.

Una hermosa noche de rock.





*Los aforismos de Alberto: "No nacimos para ser felices. Pero nacimos";"Estamos a un paso de todo";"Si los niños se sienten solos, es porque están solos";"Cuando se trabaja 'Full-Time', donde queda el tiempo para el amor 'Full-time'?";"Con los años, muchas consciencias se entonan";"El amor une lo que el odio separa"

3 comentarios:

  1. Bueeeenas, permiso ¿qué tal? no soy muy buena controlando estos 'lapsus impulsivus' donde no tengo bien definido qué es lo que estoy por hacer y sin embargo ya lo estoy empezando.
    Creo que básicamente quería decir que me gustó la publicación, pero en palabras articuladas. También estuve merodeando el blog y me parece en verdad interesante.
    Podría decir que de las frecuencias que sintonicé en esta ciudad platense, encontrar esa que te hace cerrar la anécdota con "una hermosa noche de rock" es lo que te deja, por todo lo que implica, una sonrisa guardada en la heladera para desayunarla cada día.
    Voy a estar siguiendo las publicaciones, felichidadi!

    ResponderEliminar
  2. Gracias Jenifer! Poco te puedo explicar lo que valen tus palabras! Espero que un gracias lo tape aunque sea un poco. Cualquier aporte que le quieras hacer al blog, criticas, textos, fotos, videos, o un blog que tengas, sabés que por acá tenés un espacio :)

    ResponderEliminar
  3. La segunda oración me hizo explotar de la forma más "djsahdjsa" y quinceañera posible.
    This has been a comment.

    ResponderEliminar